Manuel Antín, director de cine, primer presidente de la era democrática del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, falleció el jueves 5, a los 98 años. Su legado incluye la creación de la Universidad del Cine.
En una de sus últimas apariciones públicas, en 2023 recibió el Doctorado Honoris Causa en el marco del 1º Festival Internacional de Cine de la Universidad de Buenos Aires. “Agradezco enormemente esta distinción que me enorgullece, y se me confiere y que acepto, pero pensando que relativamente la merezco sobre todo por todas las películas que no llegué a hacer, que fueron muchas. Y las películas que no llegué a hacer eran todas mejores que las que hice”, bromeó al recibir su distinción.
Antín fue ampliamente reconocido como un hombre del arte, el cine, la cultura y muy especialmente, de la defensa irrestricta de la libertad: en 1983, cuando el presidente Raúl Alfonsín lo designó al frente del INCAA, una de sus primeras disposiciones fue erradicar la censura. En marzo de 1984 se derogó la ley 18.019 y con ella también desaparece el Ente de Calificación Cinematográfica. A través de la Ley 23.052 se creó la Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográficas (CAEC), que tiene como función calificar películas para su exhibición pública y continúa vigente.
Su primer vínculo con el cine lo tuvo como coguionista en los cortometrajes de Rodolfo Kuhn, Contracampo (1958) y Luz, cámara, acción (1959). En 1962 dirigió su primer largometraje, La cifra impar, basado en el cuento Cartas de Mamá de Julio Cortázar. En dos de sus siguientes películas trabajará nuevamente sobre textos de este escritor: Circe (1964) e Intimidad de los parques (1965). En el medio, adapta al cine su propia novela inédita Los venerables todos (1962) con Lautaro Murúa, Fernanda Mistral y Walter Vidarte, que se convierte en su segundo largometraje y es un icono del estilo de cine de los años 60 llevado al Festival de Cannes. El filme no llega a estrenarse y permanece perdido durante décadas, hasta que un hallazgo fortuito permite su restauración y estreno en el Festival de Mar del Plata del año 2015. A lo largo de los años sesenta su filmografía se vinculó con el movimiento del cine argentino conocido como Generación del ’60, relacionado estéticamente con la Nouvelle vague francesa.
En dos oportunidades intentó llevar al cine la novela Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, pero diversas autoridades del Instituto de Cine negaron el crédito necesario.
En los años setenta realizó La sartén por el mango, para la televisión y a continuación comienza su ciclo de películas históricas: Don Segundo Sombra, en 1969, adaptación de la novela homónima de Ricardo Güiraldes; Juan Manuel de Rosas en 1972 y Allá lejos y hace tiempo, en 1978. Entre ellas, rueda la adaptación al cine de la obra de teatro La sartén por el mango de Javier Portales. Su última película fue La invitación filmada en 1982, a partir de una novela de Beatriz Guido.
Desde 1983 y hasta el fin del gobierno de Raúl Alfonsín, dirigió el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales dando con su gestión empuje al cine argentino que se recuperaba después de la Dictadura de Videla (1976-1983). Durante esos años el cine argentino alcanza una gran difusión internacional a través de muestras y de la participación en festivales.
En julio de 2018, el reconocimiento a la trayectoria como cineasta otorgado por la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) en su 60º aniversario.