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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Diego Yaker estrena «Una jirafa en el balcón»: «Lo novedoso es que el acercamiento hacia el mundo revolucionario y político es femenino»

Diego Yaker dirige el thriller Una jirafa en el balcón, ficción con producción de Bourke Films (Rodolfo Lamboglia, Patricio Di Salvio) protagonizada por Andrea Frigerio junto a Fini Bocchino, Juan Leyrado y la española Diana Gómez, que se estrena el jueves 5 en salas de todo el país.

Se trata de un novedoso enfoque sobre los exdetenidos desaparecidos de la última dictadura argentina que volvieron de la muerte, a través de la mirada de una mujer, una jubilada que vive en Barcelona desde 1978, forzada a exiliarse de Argentina durante la última dictadura militar. Cuarenta años después es citada para declarar en el juicio por el secuestro y desaparición de su novio de entonces y padre de su hija.

-Una jirafa en el balcón plantea un aspecto no abordado de las víctimas de la dictadura: el presente de los aparecidos o ex-detenidos desaparecidos. Aquellos que volvieron de la muerte. ¿Cómo apareció esta historia y cómo decidiste abordarla?

La historia me llegó un poquito antes de que estallara la pandemia. Un conocido mío en Barcelona, exiliado en la década del 70, es citado a declarar en uno de los juicios de la verdad por el Ministerio de Justicia. Mientras declara, el juez le dice que hay un expediente con su nombre, que recién se dio a conocer con la apertura de los archivos y que quiere conocerlo. Esta persona quedó en shock al saber que existía ese documento. Cuando me lo contó pensé que podía ser el tema para una película.

Hice una investigación que me llevó un año y medio. Me entrevisté con exiliados, militantes políticos de todas las banderías y ex miembros de los grupos de resistencia armada a la dictadura cívico militar del 76. Así empecé a construir esta ficción, que tomó forma de thriller.

-¿Qué determinó tu necesidad de llevarla a la pantalla?

Sinceramente, siempre tuve una pregunta motor: ¿cómo se vuelve de la muerte? Con respecto a la gente que sufrió un secuestro y fue, entre comillas, condenada a vivir. Lo define una frase de uno de los personajes, el de Mimí Ardu, que dice: “Vivíamos con terror secuestrados y con terror en libertad”. Además de vivir con esta idea de la sospecha de por qué se salvó, si habló o no.

Eso me llevó a pensar que era un aspecto que no se había charlado o mostrado de esta manera. Había que revisitar esa parte de la historia. En este caso, a través de una mujer, que se da cuenta 40 años después de que no atravesó realmente lo que le sucedió. Lo puso como a un costado y tomó decisiones a los veintipico de años que le parecían que estaban bien, pero 40 años después le explotan encima. Entonces tiene que tomar nuevas decisiones y, sobre todo, aceptar lo que pasó, porque la historia es historia y lo que pasó, pasó, por más que uno la pueda tergiversar o manipularla. Lo que nos queda es tratar de entender, atravesar el dolor y a partir de ahí generar un crecimiento. Si no, siempre vamos a estar atados a esas cosas que quedaron escondidas o tapadas debajo de la alfombra.

-¿Por qué creés que es necesaria Una jirafa en el balcón?

Junto con los productores, entendimos que había una necesidad, intención e interés de repensar este tema, que aún no se había tocado. No somos los pioneros en la necesidad de revisitar la historia: antes que nosotros estuvieron Eduardo Sacheri y su novela, El secreto de sus ojos y Leila Guerriero con La llamada, un libro que tuvo mucho impacto en España y Europa.

-¿Qué evaluaron los productores en tanto se aborda una temática que no toda la sociedad argentina está dispuesta a revisar?

Más allá de que atravesamos la misma situación que todas las películas independientes argentinas, de cuestiones y vicisitudes económicas, el pensamiento siempre fue que teníamos que pasar por sobre eso. Lo que teníamos entre manos nos gustaba, nos convencía. Estábamos contándolo de una manera muy honesta, sin una bajada de línea. Y podemos llegar a un espectador que realmente le puede interesar en tanto es una buena historia. Se trata de un thriller que no deja de ser un entretenimiento. Inicialmente hubo dos países involucrados, Argentina y España y al entrar Disney Star + se sumó Estados Unidos.

-El arco dramático de Lidia (Andrea Frigerio) pasa de un pasado revolucionario y militante a un presente donde se advierte el cansancio. ¿Cómo construiste ese personaje?

Fue una decisión totalmente personal. Una de las cosas que me apasionaba de la historia era que esta persona que ves a los veintipico de años, llena de ideales, creyendo que otro mundo es posible y que está al alcance de la mano, cuarenta años después se da cuenta que está viviendo en un mundo que no quería.

El mundo de hoy no es el que soñó de joven ni el que soñó para su hija, quien ahora está embarazada y va a traer una nueva persona al mundo. No me refiero a la derrota militar o política, sino a cómo reacomodó su manera de pensar. Y de vivir siendo una inmigrante, en un lugar donde ni siquiera hablan tu idioma. Tu forma de ver la vida no es la gente que te ve y rodea. Por eso lo planteé de ese modo: como Lidia (Andrea Frigerio) no puede resolver la situación, la esconde como si no hubiese existido. Lidia no sólo es una exiliada, sino también es un inmigrante. En algún momento, cuando sos inmigrante, nos debemos enfrentar con ese tipo de cosas. Además, potenciado con su convencimiento de juventud en cuanto a la construcción de un nuevo mundo, un nuevo hombre, convencida de que la violencia era una herramienta para cambiar la realidad. Es una búsqueda de cómo se readapta esa mujer para ser madre sola en otro país. Y además con la novedad de que va a ser abuela.

-Uno de los aspectos novedosos del relato es que está narrado desde la mirada de una mujer.

El acercamiento hacia todo el mundo revolucionario, político y de violencia es femenino. Es una forma muy diferente de entender la violencia y de interactuar con los demás personajes. Sobre todo, de enfrentar la situación concreta de la hija. Lo que revela, además, que mientras los demás esconden algo, ella es el único personaje que no tiene nada que ocultar.

Julia Montesoro

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