Carmen Guarini es una de las tres personalidades de la actividad audiovisual que fueron reconocidas con el Premio de Honor de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, galardón que recibió en la noche del lunes 26, en el marco de la 20ª entrega de los Premios Sur.
Junto con Adolfo Aristarain y Ricardo Darín, obtuvo el reconocimiento por su trayectoria esencial como documentalista, a lo largo de casi cuatro décadas de actividad, a partir de Crónicas villeras (1986), codirigida con Marcelo Céspedes.
Anunciado por Annamaría Muchnik, Carmen Guarini recibió el galardón de manos de su hija, Lena Céspedes.
Este fue el discurso que dirigió a la audiencia, en el que enfatizó la problemática que aqueja a la producción audiovisual nacional.
“Agradezco en primer lugar a los y las colegas de la Academia de Cine por este inesperado reconocimiento. Y como es de uso y costumbre, se lo dedico a mi hija y a mi madre que fueron y son ejemplo de coraje y de fuerza. Ellas me alientan a seguir trabajando en pos de aquello en lo que creo.
Y también quiero agradecer a todos y todas mis colegas que fueron y son parte de este mundo del documental argentino que hemos sabido construir. Porque nadie se salva solo.
Entre todes nos fuimos formando con cada batalla que dimos y seguiremos dando por darle visibilidad e identidad a un cine que no la tenía, logrando una política de Estado en cuya necesidad seguiremos insistiendo.
Este reconocimiento llega en un momento de gran sensibilidad para nosotres porque estamos frente a un enemigo que se ha colado en la cabeza de nuestra sociedad. Cuando terminemos de percibirlo estaremos como June Osborne en la serie del “Cuento de la criada”: no entiende bien cómo llegó a ese lugar, una sociedad totalitaria y postapocalíptica.
Creo que los argentinos y las argentinas tenemos reserva moral y bastante Memoria para evitarlo. La que nos legaron las Madres y Abuelas que parieron nuestra Democracia.
No quieren nuestro cine porque tienen miedo de lo que pueda reflejar. Esto solo puede ser un síntoma de saber que no se están haciendo las cosas bien.
Es tan injusto que estigmaticen nuestro cine, ficción y documental, como que los niños no coman. No somos inconscientes ni negamos las muchas injusticias que aún como sociedad no hemos podido reparar; por eso pedimos que no se profundicen.
No nos interesa ser Suecia o Irlanda en 30 años, queremos ser hoy un país donde podamos expresarnos sin miedo, donde haya trabajo, donde se siga educando, donde les jubilades puedan tener una vejez digna, donde la gente no duerma en las calles… y también donde no nos roben la palabra “libertad””.