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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Mónica Villa protagoniza «Crónicas de una santa errante», de Tomás Gómez Bustillo: «Me gustan los personajes complejos, que no los pueda hacer de taquito»

Mónica Villa tiene un protagonismo excluyente en Crónicas de una Santa errante, la ópera prima de Tomás Gómez Bustillo, una coproducción entre la productora independiente Plenty Good de Estados Unidos y Tomás Medero de Argentina que se estrena el jueves 15 en salas.

Ella encarna a Rita, una devota cristiana que después de encontrar en los depósitos de la parroquia local una estatua perdida, que podría pertenecer a la Santa patrona del lugar, coincidentemente llamada también Santa Rita, planea una ingeniosa treta que podría permitir la simulación de un milagro.

Crónicas de una santa errante nos introduce, en la dicotomía entre el misticismo pleno y el vacío existencial, en las costumbres y vivencias de un pueblo detenido en el tiempo, con acciones que se reiteran hasta el hastío, a la espera de un milagro que resignifique la razón de vivir. 

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-¿Qué encontraste en la historia de Crónicas de una santa errante que te impulsó a aceptar este papel?

Me gustó la imaginación y la originalidad que tiene el guion, que lo despega de la mayor parte de los guiones argentinos. Lo comparo con los guiones de (Damián) Szifron, quien trabaja con otra imaginación e introduciendo otros elementos, más sobrenaturales y a través del humor. Además el personaje me pareció apasionante para interpretar.

-¿Qué es para vos Crónicas de una Santa Errante? ¿Cómo la definirías? Justamente por ser una producción con características tan particulares.

Es una historia de amor diferente. Ella es una mujer muy rígida, que tiene una obsesión con la santidad, con los milagros. Y busca superar a su madre, que era considerada una santa por su abnegación hacia el pueblo. Trasgrede todo para lograr ese objetivo y después que ocurre algo imprevisible, inesperado, empieza a dedicar tiempo a observar dónde estuvo viviendo, con quiénes estuvo conviviendo. Y se conmueve por el amor que su marido tuvo y sigue teniendo hacia ella. Entonces cambia. Cambia por amor a ese hombre. Y decide lo que decide el final de la película.

Crónicas de una Santa errante nos introduce en el mundo de la fe y en los misterios de la muerte, ¿hasta dónde se vinculan con vos esos tópicos?

Tienen que ver con mi infancia porque cursé la primaria en una escuela religiosa, católica. Allí recibí lo mejor. Porque las religiones bien enseñadas transmiten un concepto de amor y solidaridad. Así como también puede aparecer lo peor, que también aparece en esta película: la hipocresía. Se percibe en la intención de adueñarse de los milagros, no solo de Rita sino también de la otra católica que aparece al final y que le dice que seguro que se va a ir al infierno por mentir un milagro…cuando ya la nombraron santa (Risas).

-La película desmitifica el concepto del milagro, ¿no?

¿Qué sabemos nosotros si todos los milagros que nos cuenta la Iglesia Católica fueron reales? Hay como sesenta iglesias en Italia donde está la sangre de San Jenaro. ¡Como si hubiera tenido la sangre de 15 personas! Como los meñiques de San Eustaquio, que están en ocho catedrales…

-Después de más de 30 películas, realizadas a lo largo de cuatro décadas de trayectoria, ¿qué tipo de vínculo entablaste con un director que hace su ópera prima como Tomás Gómez Bustillo?

Me impresionó muy bien desde el primer día. Él tiene claro su camino estético como realizador, aunque te pueda o no representar o identificar. Por momentos me bandeaba, porque tengo otros ritmos. y él me volvía al centro que él buscaba. Al comienzo me costaba pero me fui adaptando.

Lo dije varias veces y a él también: un director debe tener carácter. Tener claro qué camino va a tomar y jugarse por ese camino. Tomás lo tiene. Es un chico que podría ser mi hijo. Eso también me gustó de esta experiencia, porque todos podrían ser mis hijos. Y algunos hasta mis nietos (Risas).

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-¿Sos selectiva con los papeles? ¿Qué tiene que tener un personaje, un rol, para que decidas encararlo?

Me tiene que atrapar. No importa si no es un rol protagónico. Me importa armar un personaje que me permita trabajar.  Que no me resulte fácil, que no lo pueda hacer de taquito. A veces me ofrecen personajes y me digo que estaba bien para mí hace 30 años, pero que hoy haría de memoria, de taquito. Eso no me gusta. Entonces digo que no. A veces me ha pasado que no tenía otro trabajo. Pero de todas formas no lo puedo hacer. ¡Es superior a mí!

-En este caso, en el de Crónicas de una Santa Errante hay que decir que es una composición notable la que hacés con Rita, porque es un personaje ciertamente difícil, terrenal, pero al mismo tiempo sobrenatural. ¿Se advierte ya desde el guion que un rol te va a permitir lucimiento o es una instancia que surge después en el rodaje?

Lo notás en el guion. Siempre el cine y la televisión son un riesgo. De pronto te toca un director que pone la cámara en otro lugar y todo el esfuerzo que hiciste para componer ese personaje no se luce y no se nota. Es lamentable que pase, es mala suerte, aunque te puede pasar. Pero ya en el guion me doy cuenta. No del lucimiento, sí de lo que yo puedo hacer con ese personaje. A veces me sorprendo después porque no pensaba que iba a poder tanto.

-¿Qué ves de vos cuando te ves en pantalla grande?

No me gusta verme en ningún personaje. Y menos en personajes así. Tampoco el de Esperando la carroza. Los veo muy distintos a mí, entonces no me reconozco y me asusto. Después, ya empezada la película, hago como una especie de control mental, me relajo y empiezo a observar un poco más. Pero me cuesta mucho verme.

Julia Montesoro

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