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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Lautaro Bettoni coprotagoniza «Naufragios», de Vanina Spataro: «Es una película sobre aprender a estar solo y saber acompañar»

Lautaro Bettoni es uno de los protagonistas de Naufragios, la ópera prima de Vanina Spataro coproducida entre Kinofilm de Argentina y Mutante Cine de Uruguay, que discurre en el balneario uruguayo de La Pedrera y que se exhibe en salas argentinas.

Encarnando a un joven bañero, Bettoni traza junto a Alfonso Tort, Sofía Palomino, Maiamar Abrodos, Mateo Chiarino y Romina Peluffo un mapa humano que explora las angustias afectivas, anhelos y heridas -confesadas o no- de cada uno de los personajes, en un tiempo en suspensión propiciado por el aislamiento del lugar.

-¿Qué relación tenías vos con La Pedrera, con el mar u otras playas, hasta que llegó Naufragios?

Siempre me gustó nadar. Lo había hecho desde chico, pero en una pileta. En el mejor de los casos, en la pileta municipal de Vicente López, mi barrio y donde me crié. Siempre fui una persona atlética: casi fui futbolista profesional. Había algo del movimiento con el cuerpo que está en mí, aunque lejos de ser un guardavida. Tengo un amigo que lo es y sé que el entrenamiento es muy exhaustivo y arduo.

En la audición con Vanina adulé un poco de más mi facultad natatoria, como para generar algún tipo de acercamiento. Y después tuve que aguantármela. El primer día del rodaje, en la primera escena -era en septiembre, o sea que todavía hacía frío en La Pedrera-, con todos recién conociéndonos, mi personaje tiene que entrar al agua. Está charlando con el de Alfonso (Tort) y divisa algo en el mar. Él dice “¿qué es eso?”. Es un salvavidas muy grande de fibra de vidrio y tengo que ir a recuperarlo.

En esa zona el mar es muy picado, con olas grandes. Me metí a nadar y recién llegué al salvavidas después de más de 15 minutos. Para colmo estaba partido e hinchado con agua. ¡Pesaba una tonelada! Salí del agua con el último resto. Casi sin fuerzas miro hacia un costado y veo un surfer, que estaba de custodia por si nos llegaba a pasar algo, con traje de neoprene. Ahí entendí todo: si ese tipo, que está todo el día en el mar, usa ese traje, ¿cómo no me di cuenta de que el agua iba a estar fría? Por suerte después fue todo más simple (Risas).

-¿Cómo llegaste a Naufragios?

Fue a mediados de 2021. Hice el casting y de entrada pegué muy buena onda con Vanina. La audición fue una charla. Ella es muy buena leyendo a las personas y mientras hablábamos se estaba imaginando este ensamble de gente. El proceso fue bastante orgánico. No fue una de esas audiciones llenas de incertidumbre, de pausas y silencios que uno no entiende si ya pasó, si es que algo va a pasar o tiene que pasar. Hay veces que la profesión es medio quema bocho con nosotros en ese sentido.

-¿Qué te interesó del guion de Naufragios? ¿Qué te atrajo para aceptar e incorporarte al proyecto?

Varias cosas. A Sofi Palomino la conocía y sabía de sus trabajos. Me daba mucha ilusión trabajar con ella. Filmar en otro país y en una playa siempre es un atractivo lindo, es algo muy motivante. Al menos en los papeles: después, el rodaje se hizo más engorrosos que en un set: mover el carrito con los lentes, no tener sombra en la playa, matarte de calor. La gente de sonido estaba renegando con el viento porque en muchos planos abiertos que el boom no te lo llega a tomar bien. Estás en cuero y no podés microfonear. Hay varios factores en ese sentido que quizás son un poco más entorpecedores que un set. Pero fue una experiencia preciosa. Cuando hay buena onda siempre afloran cosas nuevas y es bastante impredecible.

-Además, filmaron en plena pandemia.

Salíamos del peor momento, del crudo 2020, pero todavía respirábamos eso. Tuvimos que hacer unos testeos para irnos a Uruguay. En el rodaje lo hacían una vez por semana. En ese sentido, que La Pedrera era un oasis. Había muy poca gente viviendo y no había habido tantos casos. Estaba todo más controlado, como en un microclima.

-¿Cómo viviste la experiencia de filmar en esas condiciones?

Relajado. La pandemia cada uno la manejó a su modo. Haciendo retrospectiva de esa época, había amigos que tenían miedo de juntarse con cinco personas, pero después compartía mate. O en sentido contrario, no compartía mate, pero sí se quería juntar. En definitiva, se hacía lo que te saciaba la neurosis. En ese sentido, yo no tenía mucho enrosque en lo que sí y lo que no. De hecho, no me agarré covid hasta que volví acá. Pase Año Nuevo de 2021 con dos amigos en mi departamento, todos con covid. Por suerte no tuve ninguna afección a posteriori.

-En Naufragios ¿quién sos?

Interpreto a Dami, un muchacho que está viviendo en La Pedrera casi como por sorpresa. Iba a pasar un corto verano y se termina quedando en ese aletargamiento que tiene la costa uruguaya.

Hace unos días escuché a Vanina contar que quiso plasmar sus años de adolescencia y juventud, de veranear allí, con esa sensación de Bill Murray y el Día de la Marmota en el que uno se levanta, se prepara el mate, se come los bizcochos y cuando te querés dar cuenta pasó una vida. Es un poco la experiencia de vida de este personaje y también del resto, que de alguna manera terminaron cayendo ahí y terminan forjando un grupo ecléctico que se acompaña en estas soledades.

-¿Cómo elaboraste al personaje de Damián con Vanina?

Nos dejó hacer bastante. En el guion estaba muy marcado el tipo de vínculo que tenían los personajes entre sí y ciertas curvas de lo que iba sucediendo. Pero nos dejaba también mucha rienda suelta a charlarlo en los ensayos previos a las escenas. Ella nos dejó que inundemos bastante con lo que nos iba pareciendo que podía sumar.

En ese sentido -por lo que me han dicho, porque yo no dirigí-, en general hay una película que tenés en la cabeza y otra que es la que que sale. No solo en el rodaje, sino también en el montaje. Al ser una obra tan mancomunada y con tantos elementos que se juntan, siempre es un poco impredecible el resultado.

Creo que tuvo mucha soltura para dejarnos hacer. En cambio había una postura mucho más marcada desde la cámara, con Kino (Víctor González), quien tiene más de 20 películas encima. Entre ellos había mucho ida y vuelta, tenían claro cómo querían que se viera la película.

-¿A casi tres años del rodaje, qué encontrás hoy en Naufragios?

Es una peli sobre el aprender a estar solo, el saber acompañar. Sobre las soledades en estos tiempos tan desagradables que nos tocan vivir, en donde todo está secularizado y cada uno vive su propia realidad. Donde la empatía no es algo muy fácil de encontrar. La peli propone lo opuesto: el encuentro. Propone desconectarse un poco -ya sea porque no tenés señal o porque hay demasiado viento-, de ciertos dispositivos que a veces nos alienan. Busca generar un encuentro quizás más analógico y menos digital.

-Más sentimental y afectivo.

Sí. Más primario, y no porque las tecnologías no nos acerquen. Son mecanismos que pueden servir un montón, pero también creo que hay, bajo esa premisa, un montón de cuestiones que quedan en un segundo plano. La peli es una invitación al autodescubrimiento.

Julia Montesoro

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