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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Vanina Spataro estrenó mundialmente «Naufragios» en Málaga: «Por mucho tiempo el discurso cinematográfico de las mujeres estuvo ausente»

Vanina Spataro presentó su ópera prima Naufragios en la Sección Oficial del Festival de Málaga, en estreno mundial. Con producción de Kinofilm y Mutante Cine, sus protagonistas son Alfonso Tort, Sofía Palomino, Romina Peluffo, Maiamar Abrodos, Lautaro Bettoni y Mateo Chiarino.

El argumento gira en torno de Maite, quien llega a un balneario fuera de temporada donde unos pocos habitantes comparten sus vidas solitarias. Todos están heridos, esperando con resignación que alguien venga a rescatarlos. Maite se entrega al vaivén de los días hasta que encuentran inconciente a un marinero que parece venir del pasado, incitando a cada uno de ellos a decidir si retoma su vida o permanece varado en esas playas.

El Diario de Málaga entrevistó a Vanina Spataro.  

Cuéntenos, ¿de dónde nace la historia de ‘Naufragios’? 

La idea, el germen de la película, nace de un lugar: la playa La Pedrera, en Uruguay, en donde di mis primeros pasos como adolescente; donde me encontré con amistades inquietantes para mi edad y con las que pasaba los días pensando en cómo cambiar el mundo o cómo salir indemnes de esa transición de la adolescencia a la adultez. En ese pensamiento, me encontré con el coguionista, Daniel García Molt, y unimos nuestras miradas, juntamos nuestros desamores, nuestras soledades, nuestros temores…, y construimos a los cinco personajes de ‘Naufragios’, personajes que están como detenidos en el tiempo y esperando que algo o alguien venga a rescatarlos. Y de esa imagen de estar horas tirados en la playa, soñando cómo iba a ser la vida y contemplando ese mar que es insondable, que representa lo desconocido, lo que genera miedo e intriga, nace un poco el germen del guion. La película habla de esas soledades, de amores no correspondidos, de amistad, de los vínculos que se generan más allá de las edades, del espejo que el otro ofrece para vernos a nosotros mismos… Se trata de un balneario fuera de temporada que es interrumpido por la llegada de Maite, la protagonista, que viene buscando refugio enojada por el desamor que le ha tocado vivir. Y la película plantea la hipótesis de que todos somos parecidos y que a todos nos ocurre lo mismo. Es una película contemplativa, luminosa, un poco naif por momentos, pero con una búsqueda de profundidad en esa aparente simpleza. Intento desvelar que todos buscamos lo mismo: que nos quieran y ser aceptados.

-Otro de los temas que toca la película es la búsqueda de identidad sexual y los géneros no binarios.

Es una película coral, con hombres y mujeres de diferentes edades y en diferentes circunstancias. Entre ellos hay una psicoanalista, Lola, que realizó una transición de género siendo ya adulta. Ella vive sin ser juzgada por el resto del grupo. Y la película no se centra en eso, porque tuve un cambio de perspectiva al conocer a la actriz que encarna a este personaje, Maiamar Abrodos. Hablando con ella, me dijo: “Me gustaría que me llamasen para roles de mujer y no por ser una mujer trans”. Entonces modifiqué la mirada sobre su personaje, porque entendí que el salto social que hay que hacer es no juzgar. Creo que tal vez lo moderno de presentar a una actriz trans sea que no haga de mujer trans sino de mujer.

-¿Y cree que llegará el día en el que seamos tan modernos como para que se deje de hablar de cine hecho por mujeres o por hombres para hablar solo de cine? 

Pienso que en un futuro sí. Creo que todavía hay una lucha por librar, porque todavía a las directoras nos cuesta mucho dirigir nuestras primeras películas y dirigir las segundas, que muchas veces es más difícil que las primeras. A veces me preguntan por qué hay acciones positivas a favor de un grupo o espacios exclusivos para cine de mujeres. En primer lugar, las mujeres no somos un grupo: somos la mitad de la humanidad. Y por mucho tiempo, por más de cincuenta años, el discurso cinematográfico de las mujeres estuvo ausente. Sin embargo, gracias a las muchas acciones positivas para que esto cambie, vemos que en los últimos años el trabajo de cineastas como Carla Simón, Pilar Palomero o Estibaliz Urresola son las películas más importantes de España. Creo que en algún momento no se hablará sobre quién es el director de la película en cuestiones de género, aunque creo que todavía se necesita un trabajo que acompañe a las mujeres en festivales y exhibiciones para poder estar en ese mundo ideal al que te refieres y en el que ya no importe el sexo de quién hace la película.

-¿Qué dificultades ha encontrado a la hora de armar su primera película como directora? 

Como directora se vive una especie de soledad bulliciosa. Es como un oxímoron tremendo, porque estás solo en la construcción, pero luego tienes que expandir tu necesidad de narrar a los actores y al equipo técnico que te acompaña. Y un rodaje es muy ruidoso. Es complicado conservar la templanza y la concentración en medio de esa familia artística que se mueve para todos lados. 

-¿Las exigencias de su yo como productora no han colisionado en ningún momento con su otro yo como directora?  

No. En este doble rol de directora y productora no tuve la presión del tiempo que corre y el presupuesto que se esfuma, que es lo que siempre pasa. Son dos roles que son difíciles de capear en una primera película. Porque cuando tienes que ir a llorar a un hombro, pues es tu propio hombro el que encuentras. Conté con la ayuda de Agustina Chiarino, que es la productora uruguaya y que posee una gran experiencia en cine. Y realmente sentí en ella un apoyo enorme. 

-Como productora, ha trabajado en muchas ocasiones en España ¿Qué opina del cine de este país? 

Creo que es un gran momento del cine español. Y no solamente del cine español, sino del cine español dirigido por mujeres, que posee una calidad y una mirada fresca, nueva, sin prejuicios… Me parece que es un gran momento. Y por eso me siento muy honrada por participar en el Festival de Málaga: un certamen con muchísimo prestigio y en el que se celebra el cine en español.

-Usted es impulsora de la Asociación La Mujer y el Cine. ¿Qué puertas considera que quedan por abrirse?

Una puerta enorme sería que los festivales celebren y apoyen nuestro cine, porque el público confía en la selección de los festivales. En la exhibición todavía hay una importante puerta por abrir. Todas las políticas de ayudas que favorezcan la escritura de guiones, el desarrollo de proyectos, la realización de óperas primas es algo enorme para las mujeres. Todos esos fondos que apoyan y tienden una mano para dar el primer paso es fundamental.

-¿Seguiremos viéndola como directora en el futuro?

Sí. Es un lugar en el que me siento cómoda. En el que tengo mucho que aprender, pero también mucho para ofrecer. En este momento estoy trabajando con dos guiones en paralelo. Y creo que, aunque es una tarea devastadora, es apasionante. No hay que bajar los brazos y apostar por el cine en Argentina, donde no estamos precisamente en el mejor de los momentos. Así que creo que he llegado para quedarme.

Jesús Zótano
Crédito foto: Alex Zea / Festival de Málaga

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