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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Francisco Lezama ganó el Oso de Oro en Berlín por «Un movimiento extraño»: «La economía nos transforma los vínculos y nos diferencia»

Francisco Lezama ganó el Oso de Oro en la Berlinale Shorts de la 74ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín – Berlinale con su cortometraje Un movimiento extraño.

Investigador y profesor de Historia del Cine, Lezama obtuvo el galardón a partir de narrar en poco más de 20 minutos y en tono de “comedia de enredos triste” el obsesivo hábito porteño de medir la economía cotidiana en términos de dólar.  

-¿Cómo fue el día después del Oso de Oro?

Me quedé en las afueras de Berlín por unos días más porque tengo familia que no veía hace como diez años. Estuve unos días con ellos para bajar un poco la espuma del festival, que se volvió un poco intenso. No estoy acostumbrado a tanta emoción, esa es la verdad (Risas).

-Ganar el Oso de Oro debe ser muy potente.

¡Sí! Emocionalmente es muy fuerte. Soy cinéfilo desde muy chico gracias a mi abuelo, quien me llevaba al cine. Entonces se me cruzan un poco los cables: la alegría por lo profesional, con lo biográfico, lo emocional. En esa estoy, bajando un poco. Tratando de que no convertirme en un pelotudo (Risas).

-¿Qué cuenta Un movimiento extraño?

Es un cortometraje de 23 minutos en el que me propuse, de una forma intuitiva, narrar la crisis económica argentina a través de dos personajes distintos. Uno es una guardia de seguridad de clase media baja, que logra ver el futuro con un péndulo improvisado. Ve una suba abrupta del valor del dólar, una corrida cambiaria. Entonces, se hace despedir de su trabajo y compra dólares. De ahí en más algo cambia en el personaje, como si pasara a tener otro estátus solo por la compra de dólares.

Empieza a vincularse con un arbolito que no puede comprar dólares, de una manera romántica tradicional. Pero hay una imposibilidad en ese vínculo amoroso entre quien puede comprar dólares y quien no. Es una especie de comedia romántica deconstruida sobre los argentinos, que estamos divididos en dos: los que pueden comprar dólares porque tienen un resto y los que están condenados a que su sueldo se les licue por la inflación.

-¿Qué creés que vieron allí los jurados?

Siento que se armó algo contundente, pero nunca pensé que se iba a entender en Berlín. ¡Ni siquiera pensé que se iba a poder ver por fuera de la Argentina! Si bien hice todo el esfuerzo por narrar los vericuetos de la crisis, la suba y la explicación. Me sorprendió bastante que haya sido seleccionado. Pero las promesas de la dolarización hicieron que este corto que arranqué en el 2019 -y lo frenó la pandemia con un dólar a 60 pesos-, resonaran en el contexto del hoy.

-¿Percibiste alguna línea temática que caracterice a Berlín?

En Berlín los cortos seleccionados, que son veinte de todo el mundo, son como artefactos narrativos que tienen una forma muy propia: cada uno es muy interesante por sí mismo, pero al mismo tiempo todos dialogan con lo que está sucediendo en la realidad. Esa es la línea curatorial; al menos, es lo que yo intuyo. Siento que todos los cortos son políticos.

-¿Por qué buscabas abordar el tema de la obsesión por el dólar?

Desde 2014 vengo desarrollando el tema: codirigí y escribí dos cortos sobre este asunto (La novia de Frankenstein y Dear Renzo, en codirección con Agostina Gálvez). Esta vez quise hacer un corto solo y mucho más enfocado en la crisis económica. Me parecía que hay muchas películas de ensayo y otras tantas sobre el lenguaje. El mainstream trabaja el lenguaje: un ejemplo exitoso es Matrix. Pero nunca trabaja con la economía. Me parece que es porque la industria del cine es eurocéntrica o de Estados Unidos, donde no tienen inflación.

En cambio nosotros, al tener inflación y estos problemas con el dólar, estamos mucho más atravesados por los vínculos humanos y por la economía. Ahí te das cuenta de que la economía es una forma de lenguaje que está todo el tiempo atravesándonos.

-Lo explicás desde un marco teórico pero Un movimiento extraño es otra cosa.

El corto no es teórico porque es una comedia de enredos triste. Es un intento de generar una sensación que tiene que ver con que la economía nos transforma los vínculos y nos diferencia. Podemos fantasear algo romántico con alguien, pero si es de otra clase ya es compleja. Si yo no compré dólares y vos sí, pero te ponés contenta porque sube el dólar… ¿yo qué hago? Se llama Un movimiento extraño por eso mismo: por todos estos movimientos raros que los argentinos atravesamos.

-El corto habla de la coyuntura pero no se puede decir que es premonitorio.

No, porque hay crisis todo el tiempo: en la década del 80, en los 90 y en el 2001 también. En general, las clases medias y medias altas sabemos de economía, algo que en el mundo no sucede. Pero no lo abordamos como si fuera un lenguaje: por eso me parecía bien intentarlo.

-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te mencionaron como el ganador?

Fui acompañado por los dos actores, Paco Gorriz y Laila Maltz. Los admiro tanto a ellos como actores. Son dos actores jóvenes pero muy talentosos y con mucho oficio. Tienen mucho entrenamiento y mucha obra hecha, mucha película realizada. El hecho de ir acompañados con ellos me dio una seguridad que no sé de dónde saqué. Sentía que iba a ganar, porque sentía que ellos merecían ganar como actores. Entonces, hubo algo como de sorpresa y no sorpresa. Suena un poco arrogante, lo confieso, pero es sentir una expresión de deseo, quizás inconsciente e interna. Cuando ganamos sentí una satisfacción enorme por ellos.

-¿Hay algún proyecto que implique el paso del cortometraje al largo ahora?

Ahora estoy desarrollando un largo que voy a filmar en las sierras de Alta Gracia en Córdoba. Tengo la cábala de no decir mucho de los proyectos, pero es un largo que tengo escrito hace un tiempo. Espero que el Oso de Oro facilite la producción.

Julia Montesoro

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