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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Rodrigo Moreno, homenajeado con una retrospectiva en el Malba: «En todas mis películas está presente la idea de cierto reclamo de libertad»

Rodrigo Moreno comenzó el año con un reconocimiento a su trayectoria: el Malba programó en enero un ciclo retrospectivo de su obra casi completa, que prosigue los viernes y domingos hasta el domingo 28. El mismo director admite que el empujón decisivo lo dio Los delincuentes, ganadora del Gran Prix del Festival de Gante, en Bélgica, premiada en los festivales de La Habana, Lisboa, Jerusalem, Breslavia, Lima y Chicago y seleccionada por la Academia de Cine para representar a la Argentina en los Oscar.

En la retrospectiva del Malba, la revisión de su filmografía se completa el viernes 19 con Una ciudad de provincia (18 hs.) y Un mundo misterioso (20 hs.); domingo 21 con Una ciudad de provincia (20 hs.) y Réimon (22 hs.); viernes 26 con Réimon (20 hs.) y domingo 28 con Los delincuentes (20 hs.).

Además, Los delincuentes se exhibe hasta el miércoles 24 en el cine Gaumont a las 18.30 hs. Y se puede ver por streaming a través de MUBI.

-¿Cómo tomaste este reconocimiento de una retrospectiva de tu obra?

Tiene que ver con el fenómeno de Los delincuentes. Desde que se estrenó en el Festival de Cannes no paró de darnos -a mí, al equipo y al elenco-, muchas alegrías. No solo por el recorrido, por los premios y los estrenos en tantos países, sino también por haber sido los representantes de Argentina para el Óscar. Lamentablemente no quedamos, pero igualmente me abrió un montón de puertas afuera. Figura en casi todas las listas, revistas y sitios dedicados al cine más trascendentes del mundo. Los delincuentes está siempre ahí, entre las 20 películas. Obviamente, todo esto algo muy inesperado. No hago películas para que pase necesariamente esto. ¡Es una locura para mí!

En función de eso, Fernando Martín Peña desde el Malba leyó este momento. Seguramente también entusiasmado con la idea de que Los delincuentes guarda una relación con una vieja película argentina, que es Apenas un delincuente, de Hugo Fregonese, de la cual él mismo se encargó de su restauración y de la promoción de esa copia restaurada, sobre todo en Europa y en Estados Unidos.

Creo que allí hay un link que le disparó a Fernando dos cosas. Me escribió y me dijo que se dio cuenta que hace 30 años que hago películas, contando mi primer corto (Nosotros), que es del año 93. ¡Me quedé helado: tenía razón! A partir de ahí imaginó este ciclo que es casi integral, porque incluye hasta un telefilm que hice para Televisión Pública.

Acompañando todas estas películas está hay un ciclo dedicado al policial argentino. Por supuesto, allí está Apenas un delincuente y un montón de otras películas como Los tallos amargos, de Fernando Ayala y La parte del león, de Adolfo Aristarain.

-También es un reconocimiento para Los delincuentes formar parte de una programación integrada por grandes policiales del cine argentino.

Me gusta que la película haya cobrado esa valoración. Además, es toda gente que respeto mucho. Peña es un tipo a quien hace poco le escribí por otra cosa y le dije que más allá de la relación que tenemos, de hace mil años, lo admiro un montón. Voy a todas las proyecciones que hace en la ENERC, en Malba, en Hasta Trilce; lo sigo y lo leo. Es un canal muy importante dentro de nuestro panorama local. La ausencia de una Cinemateca hace que su figura se realce. Desde mi cinefilia, mi gusto y mi amor por ver películas, y no por falsa humildad, es muy reconfortante tener este reconocimiento de gente que uno admira y sigue.

-Esta curaduría le da un nuevo sentido a Los delincuentes al ponerla a dialogar con otros policiales y con tus propias películas.

En Hamburgo, Roger Koza había programado juntas a Los delincuentes y Apenas un delincuente”. En Argentina lo hicieron en el FestiFreak. ¡Es una tentación hacerlo! La ventaja que tiene Peña es que él pasa una copia de 35mm, única, que ofrece la posibilidad de ver los materiales en su calidad de origen. La retrospectiva que hace sobre mi obra también es así: son todas copias de 35mm. Es un lujo.

-Los delincuentes tiene un largo recorrido por festivales de los cinco continentes: se estrenó mundialmente en Cannes, pero también estuvo en más de 20 países. ¿Cuál es tu explicación sobre qué encuentra el público de distintos lugares del mundo?

Está buena la pregunta. Obviamente no fui a tantos países, pero acompañé bastante la película. Sobre todo en Estados Unidos, precisamente por el tema del Óscar. Fui a muchas funciones y también tuve que dialogar con los miembros de la Academia. También fui a muchas proyecciones como en San Sebastián, Cannes, Alemania, Suiza, Perú. A otros festivales no fui por cuestiones de fechas, pero estuvieron los actores: India, Japón, Arabia, Israel. Y también mucha gente me escribe de todos lados.

Por un lado está todo lo local: la película está muy anclada en Argentina, llena de lugares reconocibles, de músicas, poemas y elementos que son propios de una identidad. Afuera eso se ve como exótico. Y en Latinoamérica o en España, quienes gustan de la cultura argentina disfrutan de manera directa esa relación gráfica que se establece con lo argentino.

Por otro, la historia tiene algo universal, como la relación que cuenta de Morán, este empleado de banco que en un momento decide pegar un volantazo en su vida. Ese replanteo, que en Argentina o el Tercer Mundo se lee de una manera, en el Primer Mundo se lee de otra. El trasfondo es el mismo porque hay una cuestión existencial. En el Tercer Mundo se lee a partir del trabajo como algo precario y de la necesidad de abrirse de esa precariedad. En cambio, en el Primer Mundo se lee como el peso de la rutina del trabajo.

Son lecturas sutilmente diferentes que apuntan a lo mismo: el vínculo existencial que tenemos con nuestro uso del tiempo en general, no solo en relación al trabajo, sino también con el ocio. La película es en un punto diferente y en otro interpela sobre las mismas cuestiones.

-En la precariedad y las cuestiones más existenciales está la universalidad de Los delincuentes. Y también en que se considera un policial, pero que se abre a varios géneros a lo largo de la historia. ¿Fue así desde un comienzo?

¡Sí! Es una trampa (Risas). El proyecto es de larga data. Ya estaba en carpeta cuando terminé El custodio, en 2006. Hernán Musaluppi, quien fue su productor y después lo fue de Un mundo misterioso, me ofreció el proyecto de una remake de Apenas un delincuente, pero adaptada al presente. Estaba como interesado en eso, pero cuando vi la película había algo de lo estrictamente genérico que me alejaba. No porque me disguste el género sino porque cuando pienso una película, necesito otro tipo de expansión. No me gusta estar tan ceñido a una regla. Empecé a escribir algo. No me interesó, no me convenció, lo descarté y continué con las películas que hice después. Pero siempre estuvo el zumbido de Apenas un delincuente en mi cabeza. Hasta que se me ocurrió la idea de desactivar el género e irme hacia otro lado, que es el que vengo explorando mis películas.

-¿Cuál es ese lado común que explorás?

Los delincuentes está íntimamente ligada a todas mis películas anteriores. Incluso las más radicalizadas como Reimon o las más extrañas como Una ciudad de provincia, que es un documental. Siempre están trabajando como en una zona similar, entre ese uso del tiempo dedicado al trabajo y la rutina versus el ocio. Además, la idea de cierto reclamo de libertad, que está en absolutamente todas mis películas.

Ahí empecé como a pensar en una versión libre, en no estar tan atado en usar aquella película de Fregonese no tanto como una base argumental, sino como un disparador a otra cosa. El género, yendo concretamente a tu pregunta, se fue poco destilando a otros lugares. La película tiene un carácter genérico al comienzo y después se va transformando, aunque no sé muy bien adónde. Hay una historia de amor y tiene elementos de comedia; tiene elementos de risa y de gracia. Ahora que estoy acompañando las funciones en las salas veo cómo la gente se ríe y se divierte. También es poético y gracioso, pero además se vuelve existencial. La película trabaja algo que por otro lado proclama, que es esa libertad. Tiene esa libertad y goza de esa libertad. Si no sería una gran contradicción y yo sería una especie de mentiroso que estaría vendiendo una cosa en lo discursivo, pero haciendo otra en lo formal.

Ahí soy muy conciente de que me busco mis artilugios, excusas y mis argumentos para poder justamente expandirme libremente. ¡Que es lo que más me gusta!

-Hablar de libertad es, llamativamente, una premonición sobre esta etapa de la política nacional y más específicamente sobre el futuro del cine y del INCAA. ¿Cómo impacta en vos, como artista libre, esta intención de imponer una Ley Omnibus que afecta seriamente los destinos del cine argentino?

Afecta los destinos de la Argentina en general. Lo que pasó en relación con la circunstancia electoral argentina obviamente es algo que uno no prevé. Yo la empecé a filmar en 2018, cuando (el presidente Javier) Milei apenas era un panelista. Ahora sigue siendo un panelista, pero en el ejercicio de la Presidencia. Conforme fuimos avanzando, se fue instalando esta idea de “viva la libertad, carajo” y toda esta idea de la libertad de mercado como solución a los problemas de los argentinos. Y yo sabía e intuía que si película lograba tener cierta repercusión podía interpelar la situación política. Lamentablemente para la Argentina se dio así. No lo digo como cineasta ni como actor de la cultura, sino como ciudadano: es una tragedia todo lo que está pasando. También es cierto que las cosas no estaban bien: estábamos viviendo situaciones muy, muy malas. El Gobierno de Alberto Fernández fue pésimo. Pero esto que estamos viviendo es trágico, sobre todo, por su autoritarismo. Es muy curioso como la idea de la libertad se sustenta en un ejercicio autoritario del poder. ¡Es una cosa insólita! Es psiquiátrico, ¿cómo puede ser?

José Luis Espert, presidiendo la Comisión de Presupuesto, le apaga el micrófono a los Diputados. ¿De qué libertad estamos hablando? De la libertad de la petrolera, de la libertad de las empresas de salud y de las compañías.

-La libertad del mercado. Del capital.

¡Exacto! La película plantea todo lo contrario. Se posiciona en una especie de ejercicio individual de la libertad con relación a la dependencia que nosotros tenemos en nuestra vida. La dependencia no solo como lo que tiene que ver con la idea de la rutina del banco: la película todo el tiempo se relaciona con otro tipo de dependencias. Por ejemplo, las matrimoniales o las tecnológicas. El personaje de Germán de Silva dice todo el tiempo “estamos actualizando páginas de Internet”.

La canción final de la película, con el tema de Pappo Adónde está la libertad, es esa especie de grito. No es “Viva la libertad” vaciado de significado, sino dónde está, bajo qué circunstancias. ¿Realmente nos consideramos ciudadanos libres? Esas son las preguntas que abre Los delincuentes.

Julia Montesoro

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