Carlos Jaureguialzo es protesorero de DAC e integrante del Espacio Audiovisual Nacional, que envió en diciembre de 2022 envió al Congreso de la Nación el Anteproyecto de Ley Federal para la Industria Audiovisual.
-La DAC se declaró en estado de alerta y manifestó su rechazo a la llamada Ley Ómnibus. ¿Qué expresa ese rechazo?
Hablemos específicamente de lo concerniente al INCAA, porque la Ley es larguísima. Tomemos solo la reforma que hace de la Ley 17.741. Creo que se monta sobre cierto prejuicio que tiene parte de la sociedad hacia el cine y en particular hacia los subsidios. A priori es comprensible, sobre todo si se desconoce que este subsidio se implementa de una forma bastante virtuosa. Los fondos que se recaudan provienen de los usuarios del mismo sector; de las salas de cine, de la televisión que utiliza el cine, etc.
Ese dinero que se da en forma de subsidio hacia la producción, genera un montón de puestos de trabajo directos e indirectos. ¡Un montón! Y eso genera un montón de divisas, de ventas. ¿Por qué digo todo esto? Porque de la forma que modifican la Ley 17.741 van a terminar con el cine.
-¿Qué te lleva a pensar de esa forma?
Porque esta propuesta no es ingenua ni tampoco es un cambio de cara: si se quita el gravamen que se recibe del ENACOM, que representa algo así como el 75% de los fondos que financian al INCAA –que así ya no estaba funcionando bien, imaginate cómo sería sin esto- creo que solo alcanzaría para pagarle al personal. Por esto digo que hace inviable al cine.
Yo lo escuché al Presidente en una declaración corta a un periodista y sentí que no tiene idea de cómo funciona la industria del cine. Habló del INCAA y de los subsidios con el mismo tipo de prejuicio que mencioné anteriormente. Así, se propone una reforma que viene a destruir y no se entiende por qué.
-¿Creés que al presidente le falta información del sector?
En el Espacio Audiovisual Nacional venimos trabajando desde hace tres años creyendo que hay que reformar la Ley de Cine, porque es una norma de hace treinta años que se debería aggiornar. Hay un montón de cosas para decir sobre ella y sobre los problemas del INCAA en los últimos años. Es verdad: hay que modificarla. El INCAA no es un mecanismo perfecto. Se puede mejorar mucho. Pero no hablaron con la gente del sector. Nadie preguntó qué cosas se podrían hacer.
-El concepto de subsidio tiene mala fama…
En todo el mundo se subsidia, aunque de distintas maneras. ¡También en Estados Unidos! Los Mecenas existen desde la época del Imperio Romano, no lo inventamos nosotros. El arte necesita de un subsidio que lo haga funcionar y florecer. Y muchas veces devuelve mucho más de lo que se invierte. Puede ser que haya alguna expresión aislada o que algunas películas no necesiten del Instituto. Las películas que producen las OTT, por caso. Pero sin subsidios ni cuota de pantalla van a producirse y estrenarse muy pocas películas por año. Eso va a generar que no haya directores de fotografía, camarógrafos, sonidistas. Actualmente es una actividad que tiene un know how de muchos profesionales de nivel internacional que viven de eso. Es una profesión que va a desaparecer como tal.
-¿Cuál es tu diagnóstico sobre el futuro de la actividad audiovisual en la Argentina frente a esta circunstancia?
¡Es lapidario! Parece que lo hubiera redactado alguien con cierto conocimiento sobre el tema, que aunque tal vez pertenezca al sector, no creo haya estado al frente de una producción cinematográfica, porque en ese caso entendería cómo es la maquinaria. Este proyecto directamente destruye la actividad minimizando los fondos y eliminando la cuota de pantalla. Actualmente, las salas argentinas están en manos de cuatro o cinco pools extranjeros, que exhiben películas argentinas a regañadientes porque existe una cuota de pantalla. Está en la Ley: el cine argentino tiene derecho a ser exhibido en las salas. Pero este proyecto lo cercena: no hay más obligatoriedad. Y si no hay más obligatoriedad, no van a exhibir más nada. ¡Nada!
-Hay un punto clave que es el desfinanciamiento de la actividad. Pasando por alto que el Fondo de Fomento Cinematográfico se sustenta con fondos propios.
Sí. Por eso decía que aun con sus falencias es un círculo bastante virtuoso. Los que aportan al cine argentino son los usuarios. El sector se alimenta a sí mismo. No le estamos sacando plata a los jardines de infantes o a los hospitales. ¡Son fondos propios! Y ni siquiera son tantos.
Este proyecto también termina con la ENERC. El Instituto, dentro de las cosas buenas que se hicieron, fue abrir siete sedes de la ENERC en las provincias. ¡Es muy buena medida! Esto vuela todo. O sea que si sos un pibe o una piba de Jujuy -donde hay una sede- y querés iniciarte en el audiovisual, vas a tener que venir a Buenos Aires. Pero no a la ENERC que es gratis, porque ya no va a existir. ¡Es malo por todos lados! Si alguien quiso hacer algo bueno con esto, no entiende nada.
Según el Observatorio del INCAA hay 600 mil puestos directos e indirectos que dependen del audiovisual y del cine. Es mucha gente. Por eso no se explica para qué se plantea eliminar esos fondos.
-Hay como una especie de eslógan genérico que señala que se precisa “un INCAA moderno, transparente y ágil”. ¿Creés que se buscan esos objetivos?
No, no. Absolutamente no. Del Instituto se dice que es burocrático, que tiene mayor personal que el que necesita. Parte de esas cosas habrá que considerarlas: eso ocurre en muchos estamentos y organismos. Pero no borrándolo de un plumazo.
El cine argentino no nació hoy. No todos los países tienen cinematografía: es muy importante tener cine propio, es la expresión de un pueblo, pero además promueve el conocimiento del país, atrae al turismo, se generan divisas, oportunidades y fuentes laborales. Habrá aspectos negativos, desde ya, que son modificables. Pero esta reforma de la Ley no mejora ninguna de las cosas que puedan estar mal y empeora todas.
-¿En qué situación se ubica el Proyecto de Ley presentado por el EAN?
El proyecto se presentó en diciembre del ’22 y tiene estado parlamentario hasta diciembre de este año. Se giró a tres comisiones: Cultura, Comunicación y Hacienda. Hasta ahora, en este período solo se nombró la comisión de Hacienda. Está para tratarse en sesiones ordinarias a partir de marzo. Nosotros lo anteponemos como contrario a este proyecto de la Ley Omnibus. En estos días estamos pidiendo audiencia con todos los presidentes de bloque para exponerles el trabajo -que nos llevó tres años-, para que sea cotejado con la Ley Ómnibus. Es de buena persona entender razones. No todo es ser de tal partido político y entonces votarle todo. Es un planteo ingenuo lo que digo, pero necesitamos creer en algo. El proyecto todavía tiene estado parlamentario y aun le queda un año.
-¿Hay más inquietudes y participación de otros sectores y entidades del sector para interiorizarse por el Proyecto de Ley?
Sí. En una reciente reunión del EAN pidió asistir la CAIC (Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica) que inicialmente no estaba dentro de las entidades que estaban trabajando en esta Ley. También mostraron interés en juntarse con nosotros la gente de APAC (Productores de Córdoba) y de CADICINE (Cámara de Distribuidores) Esto tiene que ver con lo que está pasando. Quiere decir también que no todo está caído, en un momento en que hay mucho en juego. Nosotros ponemos el eje en el cine porque es nuestro metier, pero esto también afecta terminalmente al Fondo Nacional de las Artes, al Instituto del Teatro, al Instituto de la Música, a las bibliotecas populares; en fin, toda la cultura.
Hay que intentar que por lo menos nuestras ideas sean escuchadas, porque somos el área afectada. Hace más de tres años que dijimos que había que reformar la Ley. Y lo laburamos. Y recorrimos el país preguntándole a toda la gente del sector qué modificaciones habría que hacer.
-¿No hubo ningún tipo de acercamiento hacia DAC o al EAN para cambiar ideas?
No, claro que no. No pareciera ser la forma en que este gobierno hace las cosas. Nosotros hicimos un trabajo horizontal: consultamos a todo el sector. Absorbimos el 90% de las cosas que nos propusieron. Esa sería una buena manera de proceder; consultando a los que a los que están en el tema.
Julia Montesoro