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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Fernando Juan Lima y su balance del Festival de Mar del Plata: «No podemos retroceder con respecto a los derechos adquiridos»

Fernando Juan Lima, presidente del 38º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, hizo el balance de la muestra que concluyó el domingo 12.

El Festival es organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y en esta edición estuvo dedicado a celebrar los 40 años de democracia en Argentina.

-¿Cómo fue el tránsito de la expectativa a la realidad, qué viste en los once días que duró el Festival?

Este es el momento en el que uno está agotado pero feliz en el balance. Año a año crece y nos sorprende exponencialmente. Estábamos confiados en que teníamos una muy buena programación, atravesada por problemas relacionados con cuestiones presupuestarias, que ocurren no solo en Argentina sino en el mundo. Lo que sucede en el Festival -en las salas y no solo en ellas-, con el movimiento del público que crece, es único y emocionante. Uno ve lo que suscita -en el país y en el exterior- y no puede dejar de emocionarse. Con temas puntuales, como cuando en cada una de las funciones se aplaudía el spot institucional. O de la reacción que producía ver los spots de las películas censuradas. Hay una cercanía, una cuestión de pertenencia que nos habla de la importancia del Festival. ¡El pueblo lo siente propio! Se percibe en las calles cuando la gente te frena, te habla y te saluda. O cuando en una función se ponen a charlar.

Lo vi a Juan Antonio Bayona -que se nota que es un tipo serio, quizás hasta tímido-, emocionado cuando presentó La sociedad de la nieve. Y cómo se abrió en la charla con Pablo Conde. Pasan los días y sigue posteando cosas de la ciudad y del Festival. Evidentemente sintió algo que en otros festivales no ocurre.

-¿Cuál fue el objetivo que se trazaron, teniendo en cuenta que vos mismo pusiste énfasis en las dificultades que atravesaron?

¡Fue un año difícil! Lo hablamos mucho con el presidente del INCAA, Nicolás Batlle: nunca podía pasar que el festival no se hiciera. Aún en las peores condiciones. Al Festival hay que defenderlo. Así y todo, hubo gente que me dijo “lloraron tanto y al final no era tan austero, tuvieron un montón de cosas”. Y nosotros, que queremos mucho al Festival y sabemos la importancia que tiene, lo hicimos en las condiciones que pudimos. Y aun un momento difícil, valoramos el compromiso y la decisión política de hacerlo Festival. Y nos adecuamos a las circunstancias.

-¿Cuáles fueron esas circunstancias?

No nos gusta aceptar que no tuvimos la grilla ni el catálogo impreso. O que tengamos un librazo, como Fundido a negro, sobre la censura en nuestro país y solo para descargar porque por ahora no lo podemos editar en papel. O que no hayamos incorporado algunas salas que nos hubiera gustado tener.

No aceptamos que el festival de ahora en más sea esto. Más de una vez nos preguntaron por qué no había determinadas cosas. ¡No es que no lo hubiéramos intentado! Pero en un año difícil, eleccionario, con 140% de inflación anual, donde todos están mirando minuto a minuto el dólar y hay que cumplir con recaudos formales que llevan mucho tiempo, ¿cómo podemos comprometernos a pagar en marzo algo acordado en diciembre en pesos y con una tarifa congelada? ¡Nadie acepta esas condiciones!

El festival se hizo con mucho esfuerzo del Ministerio de Cultura, del INCAA, de todos los que trabajan en el Festival y también con apoyos que tienen que ver con la ciudad de Mar del Plata, la Provincia de Buenos Aires y algún privado. En condiciones más normales, esos recursos se deben multiplicar y aumentar. Incluso los que inviertan en el Festival, seguramente van a obtener alguna ganancia. Porque lo que sucede en el Festival es único y maravilloso.

-Estás pensando en una proyección de futuras ediciones, con otro escenario financiero.

Estamos super contentos de cómo salió el Festival. Pero decirte que estamos conforme sería mentirte porque queremos más cosas: proyecciones de fílmicos, chicos de todo el país visitando el Festival, una hospitalidad más acorde a jurados y a la prensa. Este año todo eso se vio acotado. Obviamente, cuando hay menos se reparte un poco menos. Tratamos de disimularlo. Esperamos que no pase al revés: que alguno diga que nos quejamos y el Festival salió igual y que el año que viene vuelva a recortar el presupuesto (Risas). Una cosa no quita la otra. Festejamos y aplaudimos la decisión política. ¡El Festival salió hermoso! El público reaccionó de manera increíble. Pero el año que viene queremos más presupuesto. Para el Festival y por supuesto, para el INCAA también.

-El eje temático de este año fue la celebración de los 40 años de Democracia. ¿Se cumplió la expectativa?

¡Sí! Lo había dicho cuando hablamos antes del Festival. Nosotros lo tomamos como un work in progress, un trabajo en marcha. Sabemos que vamos a seguir trabajando; de hecho, la digitalización de los archivos de la censura se está completando. Tenemos ganas de ampliar el libro y poder editarlo en papel. La realidad nos demuestra que hay quienes lo ponen en duda determinadas cuestiones que tienen que ver con valores propios del Estado de derecho y de la Democracia. Eso nos da la pauta de que está bueno seguir discutiendo en un marco democrático en el que escuchemos a todos. La realidad nos demuestra esto.

-La presentación de Fundido a negro fue la excusa para hablar de la recuperación de archivos, del cine como tarea colectiva que implica el cine como forma de memoria y de la censura. Fuiste moderador de la mesa, en la que intervinieron Graciela Borges, Andrés Di Tella y Mariano Llinás. ¿Qué reflexión te generó ese encuentro?

Lo que sucedió en la presentación del libro fue increíble. Los tres vienen de distintos mundos, derivas y relaciones con la cultura y el cine. ¡Y salió algo hermoso! Superprofundo y a la vez, festivo. Al punto que mientras transcurría la charla yo pensaba en que si se hacía una foto íbamos a parecer borrachos, porque estábamos todos riendo mientras hablábamos de censura. Parecía contradictorio, pero también se puede conservar la alegría aunque esté hablando de temas importantes.

Las participaciones fueron geniales. Graciela Borges habló de Kindergarten y de la persecución que sufrió Jorge Polaco y dio en el punto en dos o tres cosas. Una es que esa censura ocurrió ya en Democracia. Tenemos que seguir prestando atención a estas cuestiones, porque no se trata de que de un día para el otro cambiemos de paradigma. Por otra parte, habló específicamente de cómo lograron quebrar a Jorge Polaco. Más allá de la censura específica, cómo el miedo nos atraviesa y nos mata.

-El caso de Jorge Polaco fue gravísimo: a causa de una presentación en la justicia por la supuesta participación de menores en escenas no aptas, Kindergarten quedó interdicta y no se pudo exhibir. El demandante ni siquiera había visto la película. Polaco quedó seriamente afectado, no solo en lo económico sino emocionalmente. Por eso fue esencial enfatizar que la censura se haya terminado.

¡Estoy de acuerdo! Nos pasó cuando trabajamos en los spots que armamos con pedacitos censurados. Buscamos algo contundente: una bajada de línea política, alguien que gritara “Viva Perón” (Risas). ¡Algo más evidente! Pero no había nada de eso. Y nos preguntábamos: “¿Esto cortaron? ¡Pero son todos pelotudos!”. Allí estaba la estupidez profunda del ojo del censor, reaccionando sobre cosas nimias. Lo que habla del desprecio y el menosprecio sobre el otro, con la potestad de decidir qué podías ver.

Estamos convencidos de que debemos decir nunca más a la censura. No podemos retroceder con respecto a los derechos adquiridos y es una posición política del festival.

Julia Montesoro

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