Camila Fabbri volvió al Festival de San Sebastián, pero esta vez como directora: compitió en la sección Horizontes Latinos con su ópera prima Clara se pierde en el bosque. Fabbri, veterana en la sección, ha participado en títulos como Dos disparos (Martín Rejtman, Horizontes Latinos, 2014), papel por el que fue nominada al Cóndor de Plata a la mejor actriz revelación y Edición ilimitada (Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Virginia Cosin, Romina Paula; Horizontes Latinos, 2020). Pero su carrera profesional no acaba aquí. A sus 34 años ha escrito cuentos y una novela, además de dirigir obras de teatro: “Originariamente me formé como dramaturga, pero en paralelo escribía narrativa en talleres literarios. Creo que mi materia principal es la escritura, me he ido formando con distintos escritores y escritoras. En lo que se refiere al mundo audiovisual, me he formado como espectadora. En mi casa el mundo del cine está muy presente. Mi hermana es guionista, por ejemplo, por eso creo que tengo una relación muy directa con el sector. Además, trabajé mucho dirigiendo actores en teatro y eso me permitió llevar adelante el rodaje de una manera muy bonita”.
En su largo, Clara se aleja de la ciudad en un viaje familiar al campo. Recibe un mensaje de Martina, su amiga de la infancia, con quien estuvo en República Cromañón la noche que ocurrió la tragedia. En esas conversaciones, en las que surgen temas como la maternidad, Clara hace una revisión de su propia adolescencia y la de sus amigos, una revisión que va desde una vuelta por su pasado hasta el presente.
Para Fabbri todas las películas tienen “una dosis de intimidad. En esta, particularmente, hay gran parte de mi juventud, está mi presente más reciente pero también mi pasado”.
Sobre su sensación al ver el film en la gran pantalla durante la presentación en el Zinemaldia, confiesa que “fue muy fuerte ver el proyecto junto a parte del equipo con esa calidad y ese sonido”.
La directora nos cuenta que ella no estuvo “aquella noche pero sí la anterior, en el mismo sitio donde sucedió la tragedia y viendo esa misma banda. Tenía muchos amigos que asistían a estos conciertos conmigo. Aquella tragedia fue una especie de cimbronazo fundacional para nosotros. Desde esa trágica situación, desde el hecho, es desde donde decido hablar un poco de cómo es crecer de golpe y entender que no somos inmortales, que la vida es peligrosa. Me parecía interesante contarlo desde la mirada de una chica que sí estuvo allí y filmar cómo es esa toma de decisiones en la vida adulta que nos encaminan hacia uno u otro lugar”.
La tragedia de Cromañón
La noche del 30 de diciembre de 2004 supuso un antes y un después para los jóvenes argentinos. En el marco de un festival de la banda de rock Callejeros, una bengala causó un incendio dentro del recinto que acabó con la vida de más de 100 de personas.
Para Fabbri, “hay un valor emocional enorme en la película. Tiene algo muy argentino: la música. No queríamos ir al golpe bajo incluyendo la música del grupo real de aquél día, por eso tuvimos la gran suerte de incluir la banda Intoxicados, un exponente muy fuerte en nuestro país”. En la historia también hay una reminiscencia al libro que escribió “que tiene que ver con registrar el presente utilizando también el pasado: Esos mensajes de whatsapp que va recibiendo de sus amigos, que es material que le sirve para escribir; esos videos y, sobre todo, la cámara que lleva en mano es otra herramienta para registrar el presente, quizás la única”.
Clara se pierde en el bosque pone sobre la mesa la idea de la maternidad, una idea que se empieza a imponer en una chica de treinta y pico años que comienza también a tomar ciertas decisiones determinantes en la vida.
Julia Montesoro / Desde San Sebastián
Entrevista: M.A.O. / Diario del Festival