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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Jorge Leandro Colás estrena «Los médicos de Nietzsche» el jueves 17: «La idea de la incertidumbre en la medicina se asocia con la filosofía»

Jorge Leandro Colás estrena su nuevo documental, Los médicos de Nietzsche, el jueves 17. Se trata de una coproducción entre Salamanca Cine de Argentina y Vrai Vrai de Brasil que ahonda en la poco frecuentada relación entre la medicina y la filosofía a través del doctor Esteban Rubinstein, quien propone una nueva mirada sobre la medicina tradicional, abierta a múltiples posibilidades y preguntas que van más allá del bien, el mal, lo normal y lo natural.

El documental se exhibirá del jueves 17 al miércoles 23 a las 13 hs., 14.45 hs. y a las 20.45 hs en el Cine Gaumont y a las 18.30 hs. en el Espacio INCAA Cine Municipal Select, La Plata.

-¿Llegaste a Los medicos de Nietszche como cineasta o como paciente?

Fue a través del cine. Un amigo cineasta me dijo: “Vos que haces documentales deberías conocer a Esteban, que está haciendo algo con la medicina y la filosofía”, sin darme más datos. Esteban es Rubinstein y a partir de esta sugerencia lo conocí. Al principio no entendí demasiado por dónde iba la posible relación de las ideas de Nietzsche en un consultorio de un médico generalista. Me preguntaba qué tenía que ver un filósofo alemán del siglo pasado con un paciente con un problema concreto de salud en la Buenos Aires de hoy.

En ese tiempo de confusión volví a los viejos libros de Nietzsche de mi adolescencia. A partir de las dudas detecté algo que me llamaba la atención, que me atraía. Pero aun así no lo tenía del todo claro.

Al poco tiempo nos presentamos a un concurso de desarrollo de proyectos del INCAA y lo ganamos. Eso nos obligó a empezar a grabar algunas imágenes para un futuro teaser. Allí fue más concreta la idea de la incertidumbre en la medicina, que se asociaba fuertemente con Nietzsche. Eso fue configurando un poco el relato de la película.

-¿En qué circunstancia te diste cuenta de que ahí había una historia? ¿Cómo querías contarla?

Hubo un momento claro de quiebre: al principio, cuando empezamos a hablar con Esteban en esas primeras reuniones, estaba más interesado en tratar la crianza. Entonces hablaba con algunas madres y padres sobre la crianza de los niños. Lo moral estaba muy presente: esto es bueno o esto es malo para el niño. Era una mirada muy esquemática y conservadora. A la vez, sentía que no era tan realizable a nivel cinematográfico, porque iban a ser dos adultos hablando de otros niños a los que podíamos ver, pero no extraer el pensamiento profundo. Entonces le propuse juntarse directamente con los pacientes para hablar de sus distintos puntos de vista sobre la vida, el cuerpo, la enfermedad, sus distintos procesos de salud.

-¿Cómo logró ese vínculo sin alterar los principios de la medicina?

Al principio dudó. Pero cuando empezamos a grabar esos encuentros vimos algo que funcionaba, que transmitía. El vínculo entre este médico con sus pacientes es muy potente porque los atiende desde hace mucho tiempo. Sabíamos que estaba allanado ese espacio de la confianza, tan importante para un documental. Después hubo un trabajo de mucho seguimiento, mucho proceso de registro.

-Hubo que lograr que los pacientes dieran su consentimiento y además exponer sus debilidades, sus fortalezas, sus dudas. ¿Peligraba la película?

Claramente, al principio la propuesta fue rara: había que grabar las consultas médicas. Hasta legalmente hubo que encontrar una estrategia para no violar el secreto profesional. Se logró un consentimiento de las dos partes para decidir qué mostrar y qué no. Aunque en general no ocurrió, los pacientes podían decir si no querían que se grabara algo.

-¿Hubo alguna situación límite?

Una de las protagonistas contrajo una enfermedad grave en medio del proceso de la película. Entre los tres debíamos decidir cómo seguir. Claramente, la vida y los vínculos son más importantes que el cine. Fue un momento de incertidumbre. Lo hablamos entre todos y la paciente aceptó seguir grabando. Ella nos dijo: “que salga algo bueno de todo esto malo que me está pasando”.

-¿La película te ayudó a entender qué relación hay entre un filósofo en el contexto de la Buenos aires actual?

Algo que aparece muy fuerte es lo extramoral, que es un poco la base del pensamiento. Al comienzo la película se iba a llamar Medicina extramoral o algo así. Y otra cosa que también me impactó mucho fue el espacio de la incertidumbre. Entendí que la medicina no es una verdad, sino que tiene algunas evidencias y puede ser casi una creencia. Nietzsche habla de que la ciencia es un poco una creencia. El Covid y la pandemia vino a darnos un mazazo de incertidumbre. Siempre se considera a la medicina como algo esquemático, con protocolos y un tratamiento para cada cosa. Cuando llegó la pandemia nadie sabía nada: si el virus se transmitía con las zapatillas o había que cambiárselas al entrar, o si estaba en el tacto, en el aire, o había que dejar espacios. La pandemia puso en primer plano, a nivel mundial, en los medios y en cada uno de nosotros y nosotras, la incertidumbre. Que un médico pueda decir “no sé”. En general, uno cuando va al médico espera que le digan qué tiene y qué debe tomar. Y este no es un escenario real.

Algo que va a quedar siempre en mí cada vez que tenga que ir a un médico es esa incertidumbre. Fue lo más concreto que me dejó el proceso de la película.

-¿Cómo afectó al rodaje la pandemia? ¿Qué pasó con estos testimonios, estos pacientes, con vos mismo?

El rodaje no estaba terminado, aunque sí muy avanzado. Y nos pareció que tenía que incorporarse al relato. Esta cuestión de la incertidumbre sacudió el mundo de la medicina. Las consultas pasaron de presenciales a virtuales. Nos propusimos grabar virtualmente estas entrevistas. Fue como darle otro color y otra forma visual y sonora a la película, que también nos atravesaba a todos en esos momentos, porque era un poco la puesta en escena de esa incertidumbre y del desconocimiento.

-¿Por qué Los médicos de Nietzsche, en plural, cuando el protagonista es Esteban Rubinstein? ¿Hay discípulos?

Ese fue un tema muy discutido. Nos gustaba mucho la idea en plural, de médicos Nietzscheanos o extramorales, si bien hay un protagonista rutilante que está en prácticamente todas las escenas de la película. No son sus discípulos: a él no le gusta nada la palabra y a Nietzsche tampoco (Risas). Pero él tiene mucha llegada, más que nada con los médicos más jóvenes del hospital o con residentes que son como más permeables y más abiertos a estas ideas, que se corren un poco del lugar clásico y más conservador de la medicina.

-¿Qué encontraste en los tratamientos al correrse de ese lugar clásico y conservador?

Este es un tratamiento médico con sus herramientas y sus protocolos y con la literatura médica que hay para cada caso. No es medicina alternativa. Pero incorpora otros elementos. Rubinstein dice que así como una película lo influencia para tomar algunas ideas y llevarlas al consultorio, también la obra de un filósofo como Nietzsche puede tener la misma utilidad.

-La película también indaga lo que les ocurre a otros médicos.

Buscamos incorporar otras voces, no necesariamente de acuerdo con los planteos de Rubinstein. Así, no lo mostraba como un elemento solitario dentro del Hospital Italiano. Y nos sirvió para escuchar qué les pasa a los médicos frente a las consultas. Todos nosotros fuimos pacientes en algún momento de nuestras vidas, pero pocos somos médicos. Fue muy enriquecedor escuchar qué les pasa a ellos.

Julia Montesoro

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