Santiago Loza estrena Amigas en un camino de campo, una producción de Gong Cine (Gonzalo García-Pelayo, Magdalena Schavelzon, Pablo Piedras) escrita por Loza junto a Lionel Braverman y protagonizada por Eva Bianco, Anabella Bacigalupo, Jazmín Carballo y Carolina Saade.
En un pueblo de montaña cae una piedra del cielo. Dos amigas salen a buscarla por el campo. En el camino conversan, recuerdan a otra amiga que murió, se ríen, discuten, encuentran a otros buscadores. En el trayecto se leen poesías, se escuchan poesías, se siente poesía en el viento. Desde el comienzo del día hasta que la luz se va. Una despedida o varias, también encuentros y promesas. Una película sobre amistades, paisajes de invierno y algo tan inútil y necesario como la poesía.
Cuenta con poemas de Roberta Iannamico, música original compuesta por Santiago Motorizado y dirección de Fotografía a cargo de Eduardo Crespo.
La película se exhibirá desde el jueves 3 en la sala Lugones y a partir del jueves 10, en el cine Gaumont.
–Más allá del juego de palabras, la poesía es inmensamente más necesaria que inútil. Y Amigas en un camino de campo tiene una potente vinculación con la poesía. El punto de partida es una poeta, Roberta Iannamico. ¿La película surgió a partir de sus poemas o eso apareció después?
En el comienzo estaba la historia de esta amistad y esta despedida. Y en la búsqueda del guion, cuando lo estábamos escribiendo con Lionel Braverman, apareció la poesía de Roberta. Eran formas con algo cinematográfico, que tenía cierta potencia visual también.
A mí me gustó mucho. Hay un poema que estructura la película que se llama Dantesco, que aparece hacia el final y que también hablaba de una despedida. Me parecía que podía interactuar con la historia que se contaba. Roberta es de Villa de la Ventana y también remite a un espacio, una geografía.
-La impronta poética está muy presente en la película también a través de las formas narrativas, con los silencios, el montaje, el sonido, ambiente. ¿Cómo elaboraste esa relación?
Cuando hacíamos cada toma o cada pequeño movimiento estaba la intención de que tuviese las formas que a veces tiene la poesía, cono los ritmos, los movimientos o las detenciones. Trabajábamos desde la pequeñez o la sencillez, atentos a los detalles. Y también dándole el mismo valor a las tomas o secuencias que a veces son de transición, que a otras que no lo son. Algo del paisaje o de ciertos detalles narran tanto como la presencia humana o como los personajes principales.
-¿La pandemia influyó en el tono del relato, en el ascetismo de los diálogos o en las elecciones estéticas?
La película está vinculada a la pandemia. Es un proyecto que surge a partir de una propuesta de Gong Cine de hacer una película reducida en términos de producción y en un espacio abierto. Se filmó a principios de agosto de hace dos años, cuando la situación era un poco complicada. Parte de su concepción era trabajar con un equipo chico y en un lugar donde se tratara de evitar contagios, porque no era fácil pensar en un reemplazo. A medida que se fue filmando nos fuimos apropiando del espacio. Y también del marco: había un clima de un final de invierno, como saliendo de un largo invierno. Esa sensación se refleja en la película. Quienes estábamos en el equipo fuimos parte de esa salida. Para mí fue como un super plan esos días de compartir con amigues, ir filmando en esos espacios y también compartir el paseo que tienen las protagonistas.
-Un largo paseo por un ámbito inhóspito, ¿no?
Sí, sí, sí. Había algo de esa luz todavía otoñal todavía y cierta aridez del paisaje, y cierta cosa ocre que tenía que ver con ese tono entre despedida y de salir a deambular. Advertimos esos tonos cuando llegamos y Edu Crespo plasmó ese estado en la fotografía.
–Amigas en un camino del campo también puede entenderse como un ensayo sobre la amistad donde las protagonistas Eva Bianco y Anabella Bacigalupo callan más de lo que expresan. ¿Cómo trabajaste con ese aspecto?
Escribí pensando en ellas. Son muy amigas mías. Eva ha trabajado en otras películas anteriores y Anabella participó en Breve historia. Hubo una intención de entender el tono a medida que se iba haciendo la película, como de reformularla y reescribirla. Se fue encontrando o descubriendo: por más que había poco tiempo de rodaje, nos dimos tiempo para esperar y probar. Con las protagonistas y también con las actrices jóvenes, Jazmín Carballo y Carolina Saade. De alguna manera las jóvenes se espejan: son los personajes más jóvenes de las actrices principales.
-Un espejo en el que quieren parecerse pero del que también reniegan.
Claro. Con todo el espanto y admiración que produce cuando uno se empieza a parecer a quienes nos preceden. Me parece que las jóvenes saben que dentro de unos años van a estar haciendo ese tipo de caminatas y mantener ese tipo de relación.
-El meteorito parece ser una alegoría de que algo esencial no está a la vista. Como el recuerdo de la amiga muerta o la propia Roberta Iannamico. Existen y se nombran pero no se corporizan.
Sí. Siempre las películas son como un artefacto incompleto y que se completa con el encuentro del espectador o de la espectadora. En este caso, el meteorito es un pretexto para contar o rozar cierta idea fantástica o del cine fantástico que sobrevuela a la película. Hay cierta zona donde lo ordinario parece provocado por lo extraordinario. Y al mismo tiempo provoca ese pretexto para salir a caminar, a buscar, a que suceda un día inolvidable. La película no define todo lo que está sucediendo y se completa con la visión o las veces que se ha pasado en festivales. Es como lo que va pasando también con la poesía: no todo el tiempo tiene claridad sino cierta belleza o compañía que hay que ir descifrándola.
-Roberta Iannamico está presente a lo largo de la película pero no se corporiza. ¿Cómo decidiste no darle protagonismo físico?
Me gustaba la idea. Roberta existe, es una poeta de esa zona y me parecía que era parte del misterio nombrarla y que no estuviese, como si fuese parte del ambiente. En el rodaje me discutía porque le parecía bien usar su poesía, pero le daba cierto pudor que se la nombrara. Y a mí me parecía que era parte del juego entre la realidad y la ficción que me interesa trabajar. En el cine hay un borde en el que no sabemos si lo que está pasando es del todo cierto o totalmente inventado. Algo de eso sucede con la poesía de Roberta, que evoca la naturaleza, que está todo el tiempo como hiperdespierta, de una enorme sensorialidad.
Julia Montesoro
Crédito foto: Diego Izquierdo (Prensa Amigas en un camino de campo)