Julio Midú y Fabio Junco son los productores, guionistas y directores de Humo bajo el agua, protagonizada por Mariano Martínez y Rodrigo Guirao Díaz, que se estrena el jueves 20 en salas.
Se trata de una producción de Midú Junco con Daniel Dessal, Algarrobal Productora, Vanesa Pellucchi, D70 Cine, Silvana Martínez Desevo y Locomotion (Uruguay), con el Apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, que refleja una mirada al amor y la amistad en un momento histórico para la Argentina tras la recuperación de la democracia.
Completan el elenco Luis Brandoni, Norma Argentina, Florencia Midú, Ana Carolina Valsagna, David Di Nápoli, Guido Botto Fiora, Pablo Sorensen, Fernando Govergun, Mimí Ardú, Paula Trucchi, Cora Cavenaghi y Mariana Di Marco.
-¿Qué es Humo bajo el agua?
Fabio. Es una historia que habla de dos personas que se permiten amarse. Algo que siempre fue universal y que no va a perder nunca fuerza, pero que toma otros colores.
Son dos personas que se empiezan a descubrir con el tiempo, primero como amistad y después como algo irrefrenable que llega con la experiencia.
Nosotros decimos que es una historia sobre la amistad. Pero el valor supremo que tiene es que esas dos personas puedan amar. Como en el tango, que necesita dos para el baile, estos dos personajes logran la química precisa para mostrar el verdadero amor. Además, en un contexto un poco hostil, en los años ochenta y pico. Y en el campo, en un ambiente rural. No está nada servido en bandeja. Pero la película empieza cuando ellos empiezan a encontrarse.
Julio. En realidad tiene que ver específicamente con el amor; con esas historias que quedan pendientes aunque cada uno sigue con su vida. Y no tiene que ver puntualmente con una relación entre dos hombres, sino con esa gente que no se anima a vivir, a tener su historia de amor. Y de pronto… Les pasa lo que a estos muchachos cuando arranca la película: son como dos zombies que van por la vida.
-¿Cuál es el origen de Humo bajo el agua, cómo fue el proceso de elaboración, sobre todo teniendo en cuenta que además de dirigirla, son los guionistas y productores de la película?
Fabio. …Que no se lo recomendamos a los alumnos de la ENERC. Les decimos que no hagan esto: o dirigen o escriben o producen. Aunque nosotros vamos por la novena película en estas condiciones (Risas).
Julio. Coincidimos con Fabio en que todas nuestras películas tratan sobre las personas que sufren la infelicidad. Personas que no se animan a dar el paso para poder ser plenamente felices. Ese fue el puntapié inicial.
Después llegó el otro paso, cuando empezamos a tirar nombres de actores. Pensamos por qué no nos jugábamos. Buscamos ir un poco más allá y abrir esta historia a algo que llegue a todo el mundo, que la gente se identifique, que sea también muy inclusiva. Ahí surgió la pareja de Mariano (Martínez) y de Rodrígo (Guirao).
-Más allá de los personajes protagónicos, es muy importante el rol de las mujeres. Diría que es una película muy feminista.
Fabio. Es totalmente cierto. Es más fácil verlo en (Luis) Brandoni, que hace el personaje de Ramón, el padre, que en el personaje de Mariano Martínez. Ese machismo está ahí viejo, caduco, pero intocable. Ese personaje no evolucionó en nada. El rol de la madre (Norma Argentina) es muy valioso. Ella es la custodia de cosas que uno va a descubrir. Es muy contemplativa y maneja los hilos de este hijo, que es Mariano, y del otro que también crió.
Julio. Las mujeres de esta película son muy observadoras, en general. La esposa de Patricio y la novia de Julián son personajes muy fuertes dentro de la historia y respecto a sus entornos y sus parejas.
-¿Se inspiraron en algo o en alguien?
Fabio. Sí. En mi caso hay mucho matriarcado alrededor de mi familia y en todas las películas que escribí (porque generalmente escribimos una cada uno). Acá mezclamos todo el cocoliche de cosas que se le ocurrían a él y a mí.
Me permito decir que no es que podamos escribir el mundo femenino, pero cuando lo hacemos me resulta cómodo porque no solo está incorporada la mamá, sino también la abuela, las referencias. Hay un mundo que me rodeó de mujeres poderosas. De las que no hacían ningún escándalo, pero mandaban y dominaban la familia y el barrio. Mi mamá era de esas. Salía a las 8 de la mañana a comprar milanesas y volvía a las cinco horas. Y mi papá decía, ¿qué hiciste en todo este tiempo? Y ella estaba manteniendo el barrio vital. Ese es el tipo de mujeres que me rodeó.
Hay películas de mujeres que están dirigidas por una mujer, como una tendencia a pensar que eso es lo más seguro. Estoy de acuerdo. Pero no desdeñemos a las personas que podemos contar desde el otro lado porque estamos casi empapados en eso: cuestiones de la infancia y no solo de la maternidad sino también de amigas, novias, que es donde uno abreva.
Julio. De todos modos, una vez que hicimos el corazón de la película, también tuvimos la mirada de Débora Venturi, colaboradora autoral, que aportó su mirada organizadora y mantuvo un equilibrio súper interesante para el guion final. Ella es genial, porque te acepta todo y de pronto te dice “Pero estas 19 cosas…mmm” (Risas). Y entendés por qué hay que cambiarlas.
–A Mariano Martínez y Rodrigo Guirao nunca se los vio de esta manera. ¿Cómo lograron convencerlos?
Julio. Ese fue nuestro temor inicial. Mariano, sin haber leído el guion, dijo que quería estar cuando supo de qué iba la historia. Esto ocurrió cuando estábamos firmando el contrato de la película anterior, Yo, traidor. Tuvo una confianza absoluta desde el primer momento. Rodrigo estaba trabajando en México. Y nos lo recomendó Mimi Ardú, quien venía de trabajar con él en Campanas en la Noche. Le mandamos el guion y nos respondió en un día. Lo llamé a Mariano inmediatamente y me dijo “Si está Rodrigo es un 100”.
Fabio. Allí ocurrió algo mágico. Uno interviene como director en todo lo que se pueda, pero tampoco se mete tanto en la construcción que cada actor hace del personaje. Cuando vos dirigís, esperás que te venga con su oferta,
no te metés en el proceso. Eso fue lo que pasó con los dos. Un día, después de terminado el guion, nos encontramos. Cada uno venía con su propia composición, aunque nunca habían estado juntos trabajando. El resultado fue increíble. Y se reforzó cuando tuvieron que convivir en Saladillo casi 50 días. Ellos arreglaban por su cuenta cómo iba a ser el rodaje del día siguiente.
-¿Ayudó la pandemia?
Julio. Mucho. Mariano se instaló los 50 días en Saladillo: nunca salió de ese lugar. Durante ese tiempo no vio a sus hijos. Y se propuso meterse dentro del personaje. Y cuando uno ve el resultado final, ves lo que logró: un trabajo increíble, que lo aleja completamente de lo que él ha hecho.
-¿Cuáles fueron los matices que aportó Mariano?
Julio. Es un personaje que habla muy poco, a quien todo le pasa por su interior. Nosotros teníamos un planteo de la película diferente a lo que veníamos haciendo, con una idea de trabajar los tiempos, los silencios, los planos secuencias. Donde no se note tanto la manipulación del corte de plano-contraplano, sino aprovechar los tiempos propios, lo que ellos generaban. Volví a verla por primera vez en pantalla grande en una privada y me emocionó. Sabiendo las cosas que uno hubiese cambiado, lo que siempre queda fuera del rodaje, la vi y logré separarme de lo que hice.
-¿Cómo se fue modificando el plan original en este contexto de filmar en pandemia y en Saladillo?
Fabio. Lo que más me impactó fue el primer día de rodaje. Era la escena del monólogo más largo que tiene la película, con ellos dos al lado de un arroyo. Fue el debut de ellos dos juntos, y nuestro para saber cómo funcionaba. A partir de ahí nos dimos cuenta de que la película podía estar bien escrita o no, pero ellos dos le iban a aportar un plus. La sensación cuando termina la historia es que parece que los conocés desde la infancia.
Yo tenía a Julián y a Patricio escritos de una manera. Y lo que hicieron me gustan mucho más. Cuando uno escribe no piensa en la cara de un actor, sino en un personaje en base a referencias de gente que conocés. Pero no estás pensando en cómo va a terminar funcionando. Lo que vimos en ellos dos es química, de amor, de los personajes, y yo me lo creo mucho.
Julio. Sí, ya en las primeras reuniones que tuvimos se veía. De las charlas surgió que no había que apurar las escenas. De hecho, tuvimos un primer armado por guion de montaje y cuando la vi noté que no pasaba nada. A partir de allí decidimos no acelerar ningún tiempo para poder construir esta historia de dos personas que se aman. Porque si le quitás el tiempo interno que tiene esa construcción, se pierde. Y ahí empezó a nacer la peli.
Fabio. Tengo una palabra que define a lo que hicieron los actores con sus personajes: ternura. Porque al final los acompañan desde un lugar que no estaba en el guion. Eso es magia.
Julia Montesoro