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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Ana García Blaya, mejor directora en Mar del Plata por «La uruguaya»: «Estoy en una etapa en que comprendo más a las mujeres»

Ana García Blaya ganó ex aequo el Premio Astor Piazzolla a la Mejor Dirección
Ana García Blaya por La uruguaya (junto con Melisa Liebenthal por El rostro de la medusa) en el 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que concluyó el sábado 12.
El Jurado justificó el reconocimiento “por representar con maestría y originalidad dos frentes diversos del cine contemporáneo”.

La uruguaya es la adaptación de la novela de Pedro Mairal sobre las desventuras de un escritor argentino que viaja a Montevideo por un día. Con una característica: la mirada femenina en el relato. Aunque no tiene fecha de estreno en la Argentina, ya fue adquirida para ser exhibida en una plataforma internacional.

-¿Cuáles eran tus miedos al empezar el rodaje?

Al tratarse de una adaptación, había que demostrar si podía o no dirigir un proyecto que no fuera propio. Fui parte de un equipo. Que también tomaba decisiones. Pero me dejaron escribir mis escenas con libertad. El jefe de guionistas me decía “hasta que vos no estés feliz, esto no se termina de escribir”. Incluso se terminó de escribir en la posproducción.

-¿Fuiste feliz?

Sí. Eran siete, ocho guionistas y se tomaban decisiones en conjunto. Cada vez que se reescribía el guion, se volvía a consultar. Fue una forma de trabajo que nos dio muy buenos resultados. También se reescribió un poco en la edición. Siempre digo que allí arreglo las cagadas que me mandé en el rodaje. Ocurre que hay cosas que funcionan muy bien en el texto pero cuando las bajás a imagen cambian el sentido.

-Reescribirle a un escritor es un riesgo.

Es tener una versión propia de miles posibles. Pero fui muy acompañada por Pedro (Mairal). Estuvo siempre muy atento. Entendía que la película no es un reflejo del libro: nada va a ser superador al libro para ese punto de vista. Pero esto es una película. Y además, eligieron a una directora mujer, algo que no es frecuente cuando se cuenta una historia desde la mirada de un varón.

-¿Lo comprendieron?

Sí. Muchas directoras cuentan a otras mujeres: ese es un mundo que conocemos. Lo novedoso es que hayan puesto en manos de una directora mujer la obra de un escritor varón, contando cosas que pueden ser vistas desde otro lugar. Lo aceptaron y lo acompañaron.

-¿La uruguaya tiene una mirada feminista?

A quien le haya encantado el libro tal vez la película les choque un poco. Pero a la vez siento que tiene algo mío, que me representa.

-¿Pedro Mairal ya la vio?

No solo la vio: vino al rodaje, fue muy respetuoso con lo que se hacía. Acompañó desde todos los lugares posibles. Con su apoyo y su contención. Y como también es músico, aportó una canción. Un día me dijo: “tengo un tema por si lo querés considerar”. Yo quedé aterrorizada porque con la música no transo: ¿cómo decirle que no si no me gustaba? Pero me sorprendí: es un tema hermosísimo. El hasta sabía en qué escena lo quería poner.

-Siempre es difícil que los autores acepten una adaptación. ¿Se vio a sí mismo en la película terminada?

El había tenido otra impresión con su primera adaptación, Una noche con Sabrina Love. Por ahí no lo entendía tanto en ese momento, creía que tenía que ser un reflejo de su obra. Yo le conté que cuando escribí Las buenas intenciones el guion era un libro cinematográfico terminado, que después devino en una película y que fue otra cosa. No fue el reflejo perfecto de ese guion que yo amaba. Fue lo que pude hacer con los recursos que tenía, el presupuesto, el tiempo. Lo comprendió y lo aceptó.

-También había un punto de vista personal en tu ópera prima, Las buenas intenciones, por cuestiones familiares. ¿Aun hoy perduran los tironeos?

Ya entendieron todos que era un punto de vista. En Las buenas intenciones enaltezco la figura de este varón tan polémico (es la mirada de una hija, al fin y al cabo) aunque podría haber elegido el punto de vista de la madre, que es el que hoy comprendo. En el caso de La uruguaya no hice eso con el protagonista varón. Incluso convoqué a la misma actriz a quien no le hice justicia en Las buenas intenciones (Jazmín Stuart) y fui más comprensiva con su punto de vista. Ya hice el varón-desprolijo-genio-canchero-adorable y ahora con este protagonista tiene otra mirada. Estoy en una etapa en la que comprendo más a esas mujeres de la historia.

-¿Con qué se va a encontrar el público?

Con mucha música. Y con mucha conexión entre los protagonistas: es una película tierna. Me gusta ver y transmitir en todos los personajes el sentimiento de ternura. Es un sentimiento que fluye en el aire.

-En las exhibiciones para los productores, en Montevideo y en Buenos Aires, ¿qué vieron ellos?

Vieron el esfuerzo. Fueron muy amorosos en las devoluciones. Pensá que fueron los productores: más que privadas, eran reuniones de trabajo. ¡Había que mostrarles La uruguaya a todos los que pusieron plata!

-No hay dos sin tres. ¿Qué proyecto hay en mente?

Empecé a escribir en la pandemia. Esta vez es un documental. Y va a ser un proyecto propio.

Julia Montesoro

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