Paula, de Florencia Wehbe; Rinoceronte, de Arturo Castro Godoy y Un lugar llamado Dignidad, coproducción con Chile, Francia, Colombia y Alemania de Matías Rojas Valencia, fueron seleccionadas para competir en la Sección Oficial del 48º Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, que se celebrará entre los próximos 11 y 18 de noviembre. En la Sección Oficial de Cortometrajes Internacionales Iberoamericanos competirán 12 títulos, entre los que se cuentan Ida, de Ignacio Ragone y Escape, de María Victoria Antino.
Paula fue estrenada internacionalmente en BAFICI. Con producción de Fernanda Rocca (Bombilla Cine) y Claudio Esposito (The Piranesi Experience) y guion de Florencia Wehbe y Daniela De Francesco, transcurre en una sociedad en la que los estereotipos de belleza femeninos resultan inalcanzables. Con solo catorce años Paula (interpretada por la joven actriz Lucía Castro) odia su cuerpo. En un intento por expresar lo que siente, crea un blog y pasa a formar parte de una gran comunidad virtual que comparte sus problemas. Refugiada en el anonimato viraliza contenido registrado con su celular exponiendo a sus amigas y su familia. La sensación de pertenecer enceguece a Paula que comienza a transitar un solitario camino en el que la bulimia y la anorexia acechan como alternativas en la búsqueda de la aceptación propia.
Rinoceronte es la tercera película de Arturo Castro Godoy, tras El silencio (2016) y Aire (2018). Es una producción de Altocine y Mediterráneo Cinematográfica en colaboración con la cooperativa MuchaSiesta. Interpretada por Diego Cremonesi, Vito Contini Brea, Eva Bianco y Juan José Farías, cuenta la historia de Damián, un niño de 11 años que es separado de una familia negligente y violenta y llevado a vivir a un hogar de niños por intervención del estado.
Completamente solo, el día se le pasa entero en la calle. Al volver a su casa, una vivienda humilde en un barrio pesquero, ya es de noche, y se duerme junto a sus viejos animales de plástico, cansado.
A la mañana siguiente es llevado a un hospital infantil donde conoce a Leandro (40), el trabajador social apuntado para acompañar su caso. Lo van a llevar a vivir a un hogar de niños donde lo van a cuidar mejor. Mientras le auscultan los pulmones, tiene el torso lleno de hematomas y moretones y la cicatriz de una fuerte quemadura que le atraviesa el pecho.
A regañadientes, comienza a acostumbrarse a su nueva vida. Aprende a bañarse con agua caliente, a tener comida, y a pesar de su timidez, se relaciona con Mecha (55), una cuidadora, y Piru (10), un niño al que le explica que quiere volver a su casa. “Capaz ni te quieren allá”, responde Piru. “La mayoría se olvida”.
Firme en su idea, Damián escapa del hogar y emprende el viaje a través de la ciudad hasta su casa. Adentro, su colchón no está, ni sus cosas. Dolido, y fuera de sí, intenta incendiar la casa, pero es rescatado por Leandro, quien lo saca del lugar, y lo lleva con él a sacarse la rabia rompiendo botellas de vidrio contra el muro de cemento de una plaza.
Sentados Leandro le habla con tranquilidad. “La rabia que tenés… no se va nunca. Pero aprendés a vivir con ella. Y aprendés a tener amigos. Y aprendés a querer, y a que te quieran.” En silencio, el niño lo mira, dudando. A lo largo de su brazo derecho, Leandro tiene la cicatriz de una quemadura igual a la suya.
De vuelta en la puerta del hogar, Leandro le da la opción entre tocar el timbre, o volver a la avenida, prometiendo no seguirlo. Luego de pensarlo un momento largo, Damián respira profundo, y da un paso hacia la puerta.
Un lugar llamado Dignidad es el segundo largometraje de ficción de Matías Rojas Valencia, quien obtuvo un notable éxito con su ópera prima Raíz (2013), estrenado mundialmente ese año en el Festival de Cine de San Sebastián. Interpretada por Hanns Zischler, David Gaete y Salvador Insunza, el realizador chileno se sumerge, a través de la mirada de niño de 12 años, en el horror de la Colonia Dignidad, fundada en Chile por un ex soldado nazi como una suerte de secta personalista y que también sirvió como centro de detención clandestino para los opositores al régimen de Pinochet, donde muchos de ellos fueron torturados y asesinados.
La lista de obras candidatas se completa con Fogareu, de Flávia Neves (Brasil, Francia, 2022); La vaca que cantó una canción hacia el futuro, de Francisca Alegría (Chile, 2022) y Receta no incluida, de Juliana Maité (Puerto Rico, México, 2021).
Estos títulos se suman a otras seis películas que fueron anunciadas el pasado 5 de octubre como parte de la Sección Oficial: Regra 34, de Julia Murat (Brasil, Francia, 2022); Blanquita, dirigida por Fernando Guzzoni (Chile, México, Luxemburgo, Francia, Polonia, 2022); Plaza Catedral, dirigida por Abner Benaim (Panamá, México, Colombia, 2021); el documental Cesária Évora, de Ana Sofía Fonseca (Portugal, 2022); Paloma, del realizador Marcelo Gomes (Brasil, Portugal 2022) y Perejil, de José María Cabral (República Dominicana, 2022).
Estos doce títulos, seis de ellos dirigidos por mujeres y que tendrán en Huelva su première europea o española, suponen una representativa muestra del panorama cinematográfico iberoamericano más actual, pues entre las películas hay producciones o coproducciones de Brasil, Chile, Puerto Rico, México, Argentina, Colombia, Panamá, Portugal, República Dominicana, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo y Polonia, con producciones que han tenido un notable paso por festivales internacionales como Locarno, Venecia, Guadalajara, Miami, Berlín, Sundance o Miami, entre otros.
Producciones de España, Portugal, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Venezuela competirán dentro de la Sección Oficial de Cortometrajes Nacionales y la Sección Oficial de Cortometrajes Internacionales Iberoamericanos. Se trata de un total de 33 títulos firmados por 19 directoras y 18 directores.
Foto principal: Paula.