Soy Aimé, la primera producción audiovisual de Aymará Rovera como directora, tuvo su estreno internacional en la Semaine de Cinéma de Femmes d’Améríque du Sud de París, en el marco del Mes de la Mujer. Es además el lanzamiento como película, después de haberse exhibido como serie en plataformas.
-¿Cómo interpretás este viaje de la Patagonia a París de Aimé Painé?
Es muy emocionante seguir el recorrido de esta historia, primero como serie y después en su versión película… y que haya tenido su estreno internacional en un festival de cine de mujeres. Es una curiosidad –o una casualidad- que Aimé sea un nombre francés: creo que ella se lo puso porque le gustaba mucho París y Francia.
-¿Qué significado creés que tiene para el público francés la reivindicación de una cantautora mapuche con una obra que remitía a sus ancestros indígenas?
Es muy potente que haya hecho ese proceso intercultural, sobre todo porque no hay muchas películas que cuenten temáticas sobre Aimé, su lucha, la voz que dio por su pueblo mapuche. La película tiene mucha fuerza por la época -los años 70 y 80- y porque es atravesada por la historia argentina.
-¿Tenés más propuestas de presentar Soy Aimé en otros escenarios internacionales?
Es nuestra intención. Estuvimos dos años con la película parada y ahora está subtitulada en inglés, francés e italiano. En agosto y septiembre se va a presentar en España e Italia. Pero el circuito importante es el argentino: todo quedó a mitad de camino y todavía no tuvo estreno comercial.
-¿Por qué nació como serie y se presentó internacionalmente como película?
Siempre fue pensado como un largometraje. Pero lo presentamos en el concurso del INCAA como serie porque había más chances de ganar por su mirada federal. Con el material audiovisual grabado hicimos algo muy parecido a la serie, pero en versión largometraje.
-Charo Bogarín es la protagonista de la serie y la película. Es llamativo su parecido con Aimé, ¿no?
¡Totalmente! Su gran parecido físico y su interpretación –ella es cantante y fue su primer protagónico- le dio vuelo a la película. Además hizo música original de las canciones de Aimé remixadas. Fue un trabajo maravilloso de rescate. Además es una gran compañera y amiga.
–Soy Aimé se presentó, además, en la Muestra de Cine de Mujeres Sudamericanas. ¿Creías que la película se iba a resignificar como feminista cuando comenzaste a proyectarla?
No, nunca lo pensé. Aimé ya era así, revolucionaria, una activista social en los años ‘70 u ‘80. Traté de ser lo más fiel a su pensamiento, a lo que creía que le puede gustar a ella, utilizando frases y textos que yo le escuchaba en los recitales. La palabra tenía mucho peso en este guion, pero nunca imaginé que cuando uno la ve en su totalidad advierte que, tal vez, fue la primera feminista mapuche. Tomó decisiones muy importantes como querer educarse, a diferencia de otras mujeres indígenas. Ni hablar de rescatar la cultura, de volver a cantar esas canciones que estaban ocultas, de usar la platería, que para todas tiene un significado ancestral. Hubo muchas cosas que Aimé tuvo que enfrentar; inclusive que al propio pueblo no le gustara que rescate eso.
-Su propia comunidad la resistía en más de un sentido.
Sí. Cada vez que releo cosas de ella vuelvo a pensar qué maravilloso era su pensamiento. Ella vive esos 44 cortos años dedicándose -inclusive en su mejor momento como artista-, a que su país tenga la posibilidad de que no se pierdan las lenguas y que puedan tener derechos en su pueblo, tanto en su tierra como su cultura. Y atraviesa todo eso en la inmensa soledad; sin un partido político detrás. Me gustaría mostrar un poquito de la grandeza que ella tenía y eso siempre me sigue emocionando.
-¿Te interesa más el rescate de ella como artista o lo que transmite?
Lo que transmite. Arranca con una niña de tres años, sigue con una de 9 y se ve la discriminación que sufre en la escuela, en un orfanato, con sus padres que la dan en adopción. Unos días atrás la exhibimos en un ciclo de mujeres en Lanús y había tres niñas chiquitas que cuando terminó la película y terminé de hablar me abrazaron conmovidas.
-A partir de Soy Aimé surgió la posibilidad de desarrollar otro proyecto, Corderas de Dios. ¿En qué instancia está?
Le voy a cambiar el nombre porque siento que no identifica al proyecto. Estoy en desarrollo: es un proyecto que va cambiando a medida que pasa el tiempo. Está inspirado en algunos de los femicidios que hubo en la Patagonia, puntualmente, pero me interesa contar esta historia saliendo de una ciudad, en un lugar alejado de la región. Es un tema frágil y delicado que nos atraviesa constantemente, porque lo vemos casi todos los días. Estoy en ese proceso junto con una productora, Paula Goldstein. El cine siempre construye memoria y nos muestra todo lo social, pero hay que ser cuidadoso.
Julia Montesoro