El domingo 6 concluyó la 9ª edición del Festival Internacional de Cine Documental Buenos Aires, el FIDBA, que se llevó a durante doce semanas en modo online y gratuito. Su creador y director artístico, Mario Durrieu, por primera vez emprendió la tarea de hacer un festival King size. Tras conocerse la nómina de ganadores de las once competencias en las que se distribuyeron las 260 películas, y aun en el período de procesar todo aquello que comenzó el año pasado y finalizó días atrás, Durrieu está abocado a los nuevos formatos posibles de la edición que se viene.
-FIDBA 2021-2022 fue una experiencia absolutamente inédita. ¿Cuáles son las primeras conclusiones que sacaste tras haber elegido este formato?
La primera es que el equipo no me quiere más…¡ja! Tenemos que llamar al libro de Guinness porque nos consolidamos como el Festival más largo del mundo. El año pasado durante la pandemia nos habíamos hecho los locos y programamos el festival durante un mes. Lo hicimos porque nos parecía que el público dedica su tiempo a ver películas, y cuando ve un catálogo se da cuenta de que no le alcanza el tiempo. El año pasado estrenábamos unas 40 películas cada tres días y la gente no llegaba a digerirlo. Mientras comunicábamos algo, ya había pasado.
Para esta versión decidimos dedicarle un poco más de tiempo. En vez de hacer estrenos de 40 películas cada tres días, programamos diez películas por semana. Para poder entrevistar a los directores y directoras, comunicarlo en las redes de forma al que haya un plazo razonable entre que el día que te enterás de algo que te interese y el que tengas tiempo para darle play. No fue caprichoso hacer un festival que dure tanto tiempo: lo evaluamos de esa manera.
-¿Qué te llamó la atención de esta edición del FIDBA, que permitió exhibir 260 películas en doce semanas?
El online permite cosas muy locas, como que la gente se enoje. Nos escribieron de México, de Bolivia, de España o de Reino Unido, diciendo que no podían ver las películas. El equipo siempre se armó de una paciencia impresionante y contestaba con mucho humor, porque había que explicar que estaban geolocalizadas para Argentina y lamentablemente no se podía. También nos escribió una persona hipoacúsica que no había llegado a poder ver una película. El hilado fino del online –este ida y vuelta con el público- permitió hablar con la directora para plantearle si le podíamos habilitar un canal privado. Y pudo verla. La última película se vio a las 20 hs. del lunes y con la plataforma cerrada la gente quería seguir viendo. Con todo lo malo de la virtualidad pudimos interactuar y no perder el contacto con la gente, algo muy característico del FIDBA donde la gente se siente cuidada y querida.
-El FIDBA ya venía trabajando sobre este concepto de la paridad de género, ahora que cada vez se alzan más voces sobre la necesidad de la paridad de género.
Somos un equipo que vamos traccionando nuevas ideas permanentemente. Hace cinco años que tenemos una competencia que se llama Género y Generaciones, la LGBTIQ. Una vez discutimos sobre si había que poner explícitamente la presencia del cupo femenino, algo que para nosotros era algo natural: en FIDBA el 60% del equipo es femenino. Para nosotros es algo cotidiano, es 8M es todos los días. Aun así, lo incluimos en el spot.
-Es un equipo de trabajo con un fuerte componente creativo.
A nosotros nos burbujean las cosas. La expresión es esa: algo te burbujea y en el equipo empieza a florecer. Este año nos hicimos los locos y entramos en la ficción. Eso nos permitió abrirnos hacia otro público que a veces es un poco más reacio a lo que es el “cine de lo real”. Hay que tener la cabeza muy amplia, buscar calidad para el público que ve una película de tres horas, pensando en que la tía de un programador pueda verla.
-El próximo festival es el de la décima edición. Entre las ideas propuestas, ¿vas a empezar en 2022 y va a terminar en 2023?
No. Se hizo así porque el equipo estaba cansado. Cuando llegamos a septiembre se nos vino el festival encima y dijimos que lo importante era hacerlo. A veces, las cosas no son perfectas. El plan en 2022 es que el festival sea presencial. ¡Y prometo que va a terminar en 2022!
-¿Y cuál va a ser el plan para la edición virtual?
Quizás hagamos una plataforma continua. Logramos hacer real la exhibición de Ushuaia a La Quiaca. No queremos perderlo, aunque hay que reformularlo. FIDBA, también, tiene un área de industria: el online nos permitió traer a alguien de Alemania para ser tutor o alguien de Sundance para dar una charla. Pero también me parece importante que detrás del proyecto hay un esfuerzo económico. Y sería interesante que el gobierno argentino se acuerde de que los festivales son parte de la industria del cine. Vale tanto para el Estado como para el Instituto del Cine, que piensa que un festival se puede hacer con 300 mil pesos.
Julia Montesoro