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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Ernesto Fontán estrena “Tarará”: “Los problemas de la existencia humana requieren soluciones globales”

Tarará – La historia de Chernobil en Cuba, la ópera prima de Ernesto Fontán, reconstruye a través del relato de sus protagonistas una historia solidaria y apasionante sobre los miles de niños afectados por la explosión de la central nuclear de Chernobil que llegaron a la ciudad de Tarará en Cuba, donde se organiza un programa de recuperación integral para las víctimas. El documental se exhibe a partir del jueves 2 en Cine.ar.

-¿Cuál fue la primera referencia que tuviste de la relación entre los chicos de Chernóbil y Cuba?

Nunca había escuchado esa historia hasta que Paola Gallo Peláez, presidenta del EFAC (espacio de solidaridad con Cuba que integro) me la contó. A ella se la comentó un amigo cubano al consultarle cuál era la historia más representativa de la solidaridad cubana para él. Para sorpresa nuestra, le dijo que era el programa médico que se instaló en la ciudad de Tarará, donde curaron a niños ucranianos afectados por el desastre nuclear de Chernóbil. Fue a partir de allí que decidimos elegirlo como tema para desarrollar un largometraje. 

-¿En qué circunstancias y en qué momento surgió la posibilidad de hacer una película con esa información que tenías?

La elección del tema central de la película fue un camino inverso. Paola Gallo Peláez tenía la idea desde hacía un tiempo de hacer una película relacionada al internacionalismo cubano y a fines de octubre de 2018 organizamos desde nuestro espacio EFAC Espacio de la Fraternidad Argentino Cubana, un recital gratuito y solidario con el trovador cubano Silvio Rodríguez en la ciudad de Avellaneda. Fue un éxito porque concurrieron más de cien mil personas y esa emoción se tradujo en la certeza de comenzar el proyecto del largometraje. La historia de los niños de Chernóbil surgió en las semanas posteriores a ese concierto y muy pocas semanas previas al rodaje, ya que nuestro objetivo era llegar a Cuba y empezar a grabar el 1 de enero de 2019, porque era el aniversario 60 de la revolución cubana. Así que fueron esos días de noviembre de 2018 en que descubrimos y decidimos que la historia de Tarará sería la que desarrollaríamos en nuestra película.       

-¿Cuál era el proyecto inicial de Tarará y cómo lo fue modificando las posibilidades de producción?

Desde el día cero teníamos planeado viajar a Cuba, empezar a rodar el primer día de 2019 y registrar muchas historias relacionadas a la solidaridad. Pero en el momento en que conocimos la historia de Tarará decidimos hacer hincapié en ella. Con el correr del tiempo, ya en la etapa de posproducción, esta intención fue reforzada dejando en un segundo o tercer plano aquellas historias que abordamos en una segunda instancia en el relato.

-¿Tarará fue tu primer proyecto de largometraje o había otros y quedaron postergados?

Este fue mi primer proyecto de largometraje. En realidad, nunca antes me había propuesto muy en serio dirigir una película. Este camino se fue dando naturalmente; prácticamente me encontró por sorpresa. Aún desde antes de recibirme de Licenciado en Audiovisión ya trabajaba en productoras de televisión y cine, pero siempre en el área de montaje: esa es mi gran pasión y la disfruto mucho.

Pero cuando formé parte del EFAC, comencé a realizar todas las piezas comunicacionales de los diferentes eventos que hacemos y encontré el gusto en esa realización con un mensaje político. Esta posición que ocupaba dentro del espacio como encargado de la realización audiovisual, hizo que, al momento de planificar el proyecto de realizar el documental, se me tuviera en consideración como director del film.

-¿Cuáles fueron las escenas más conmocionantes que atravesaste, de qué forma el aspecto humano desplazó o condicionó al profesional?

Hubo varios testimonios que nos conmovieron hasta las lágrimas a todos los que participamos del rodaje en Cuba. Uno de ellos fue la jornada en que entrevistamos al Dr. Julio Medina, Coordinador del Programa Médico de Tarará y a uno de sus pacientes ucranianos, Vladimir Rudenko.

Ese fue el primer día que escuchamos el relato en primera persona de los protagonistas de esta historia y estuvo cargada de muchas anécdotas, recuerdos dolorosos y otros muy alegres. Una de las últimas frases de esa jornada la dijo Vladimir y estaba relacionada a su recuerdo del día en que conoció a Fidel Castro y el cariño que sentía por él, ya que según nos confesó literalmente le salvó la vida. Esa tarde corrió una atmósfera de emoción muy fuerte.

-Si todo cine es político y toda película en forma más explícita o encubierta contiene un mensaje, una reflexión, una moraleja, ¿cuál es el mensaje de Tarará?

Entendemos que hoy los problemas de la existencia humana en el planeta son globales y no locales, por lo tanto, requieren soluciones globales. Y esas soluciones deben ser la solidaridad global. El mensaje que queremos comunicar con esta película es que un futuro de esperanza y de amor por la humanidad es posible.

-¿Qué hacías el 26 de abril de 1986?

Tenía 7 años recién cumplidos y seguramente dibujaba en papeles estudios de televisión con sus cámaras y luces, dibujos que aún hoy atesora mi madre. O jugaba con los Playmobil armando un set de televisión mientras de fondo se oían los cassettes de mi viejo con los conciertos históricos de Obras Sanitarias del 84 de Silvio Rodríguez. De muy chico siempre tuve muy marcada la vocación, pero jamás hubiese imaginado que lo que estaba pasando del otro lado del Atlántico, en Chernóbil, me iba a condicionar para realizar mi primera película.

Norberto Chab

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