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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Paula de Luque estrena «Escribir en el aire»: «En mis películas siempre está presente la danza»

El jueves 5 de noviembre se estrena Escribir en el aire, el sexto largometraje de Paula de Luque, en Cine.ar TV. Se trata de un viaje al universo de Oscar Aráiz, el célebre coreógrafo de danza contemporánea, que incluye los testimonios del propio Aráiz, Renata Schussheim, Ana María Stekelman, María Julia Bertotto, Antonella Zanutto y Miguel Angel Elías.

Formada en la danza y con una amplia trayectoria como bailarina y luego reconocida cineasta (El Vestido, Juan y Eva, la recientemente estrenada La forma de las horas), la realizadora se sumerge en la cotidianidad del artista a partir de sus evocaciones, y también de sus ensayos, sus clases y el proceso creativo de sus puestas coreográficas.

Paula de Luque dialogó con GPS audiovisual para desentrañar el proceso creativo de Escribir en el aire.

-Antes de ser cineasta fuiste bailarina: entre otras cosas, estuviste tres años en el Teatro San Martín y experimentaste con la videodanza. ¿Cómo integraste ambos mundos, la danza y el cine? ¿Cuál fue el momento o la experiencia que funcionó como bisagra entre ambas expresiones?

Mucho antes de hacer cine fui bailarina. Desde mi temprana infancia. Me formé en el Teatro Colón y luego de transitar la danza clásica durante muchos años, a mis 22 o 23 empecé a dedicarme a la danza contemporánea. Bailé mucho, tanto en Argentina como en Europa y Estados Unidos. Integré Nucleodanza. Una vez vino a vernos Oscar a una función muy importante, un estreno en Buenos Aires después de una larga gira. Al día siguiente me sonó el teléfono: era él, quien me invitó a integrar el Ballet del San Martín. Allí estuve, hasta que volví a ser independiente. Entonces nos fuimos a otra gira por Asia con Nucleodanza. Tengo un recuerdo muy potente de esos años en el ballet, que coinciden cuando empecé a experimentar con la cámara. Había descubierto en París un género medio raro y bellísimo para mí en ese momento: la videodanza. Filmé varios cortos en ese formato y luego de esas experiencias y otras en televisión me largué a dirigir mi primera película.

Fui quedándome con el cine. Después de mi primera película ya no quise hacer otra cosa que filmar. Pero dejé la danza -a lo mejor demasiado tempranamente-, y por eso en mis películas siempre está presente, o en la puesta coreográfica de la cámara, o en algún personaje o escena bailada.

-¿Cuándo empezó a resonar en vos la necesidad de homenajear a la danza a través del cine?

Siempre hago referencia a lo que se mueve de modo plástico. Siempre está presente. Son lenguajes muy parecidos. Aunque con narrativas diferentes. El cine cuenta historias y la danza trabaja más sobre lo sensorial, lo psicológico. Lo que no se nombra con el lenguaje. Aunque en el cine también uso herramientas de ese orden para narrar pero no prevalecen, hay que contar una historia y casi nada me apasiona tanto como inventar mundos.

-¿Escribir en el aire es un homenaje? ¿Cómo decidiste que no sería un documental convencional?

Es una película. No la considero un “homenaje”. No sería fiel a Oscar y a su concepción sobre el arte hacerle un homenaje. Me resulta demasiado pomposo autoacreditarme para eso y a él también. Hice esta película con pasión por el cine, por la danza, por la articulación de ambos lenguajes y con un profundo respeto por Oscar como artista y por su obra. Pero “homenaje” es un poco acartonado.

Los dos nos pusimos la película al hombro como un modo de plasmar mi mirada sobre su obra y su subjetividad. Y él es, como todos los grandes artistas, muy humilde y muy respetuoso del trabajo de los demás, y así fue conmigo durante el proceso de la película. La película no es el típico documental “pedagógico” que nos cuenta en imágenes lo que podemos encontrar hoy en internet, sino que es una construcción personal entre su obra y mi mirada sobre su obra, y es al mismo tiempo una película que se mira a sí misma. Un juego de espejos.

-¿Por qué Oscar Aráiz? ¿Qué representa en tu vida?

¿Por qué Aráiz? Porque su obra y sus concepciones sobre su obra son cinematográficas. El tiene una mirada cinematográfica y así mira el mundo.

Eso me permitió esta aproximación que de otro modo, no hubiera sido posible.

-¿Cómo fue el proceso de dirigir a quien fue tu director? ¿Qué descubriste de vos misma como directora que tiene que ver con su sello o su estilo?

Solamente los grandes se dejan dirigir tan colaborativa y humildemente. Fue una gran experiencia y estoy muy agradecida de que haya sido así. El entendió perfectamente que en un set todo el equipo está a favor del relato y en manos del director. Directora en este caso. Y se puso en mis manos desde el primer día. Un genio.

-¿Qué Aráiz nos devuelve la película?

Nos devuelve un Aráiz sabio, humilde, despojado de toda pomposidad. Un observador sensible del mundo, un pensador poético.

-La película nos introduce en un universo de alegorías: la desnudez, las naranjas, las maquetas y las máscaras. ¿Qué te representan esas imágenes?

La desnudez y las máscaras atraviesan toda su obra. Las naranjas, la maqueta, el pez, el agua, son construcciones poéticas derivadas -si querés- de su obra y de mi mirada sobre él.

-Acompañás los diálogos o las escenas de danza casi sin intervenciones o interrupciones, como si el guion se escribiera en el andar. ¿Tenías el propósito de dejar fluir las situaciones, que tomaran sus propios caminos? ¿Se lo puede asociar con su frase “La obra no existe, es un constante devenir de algo sin definición”?

El guion es un guion bastante sólido respecto del material y del montaje. Su frase “La obra no existe, todo es un constante devenir de algo sin definición” por momentos es tomada como cierta y por momentos la película la contradice. Y eso es buscado.

-¿Qué vio Aráiz de sí mismo al ver la película?

Habrá que preguntárselo a él.

-¿Te seguís soñando bailarina?

Bailarina como lo fui, no. Me pasé años arriba de aviones y de escenarios. A veces extraño el escenario. Tal vez encare algún proyecto escénico. Pero mi mirada sobre el mundo es muy del cine, muy del detalle y del pequeño gesto y también de las grandes gestas y de la escritura en la etapa del guion. Llegar a la construcción de una obra después de un proceso de guion es algo muy apasionante que amo hacer.

De hecho, si no hubiera sido porque bailé tanto, me hubiera dedicado al cine desde mucho antes.

Julia Montesoro

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