El jueves 6 se diciembre se estrena el thriller político El jardín de la clase media, segunda película de Ezequiel Inzaghi (su ópera prima es La cola), protagonizada por Luciano Cáceres, Eugenia Tobal, Enrique Liporace, Leonor Manso, Ludovico Di Santo, Roly Serrano, Esteban Meloni y Lalo Mir.
En vísperas de elecciones legislativas en la Argentina, el cadáver de una mujer decapitada en la casa de un candidato a diputado nacional revela las tramas de corrupción y traiciones en los más altos estamentos del poder. A cada traición o cada alianza por conveniencia le sobreviene una muerte. Como disponen los cánones de las narraciones de misterio, nada es lo que parece.
El jardín de la clase media se exhibe en el Cine Gaumont, Hoyts Morón y Dot,Village Recoleta, Cinemark Caballito, Showcase Rosario, Cine Cosmos y Centro Cultural La llave (Espacio Incaa Bariloche)
Ezequiel Inzaghi dialogó con GPS audiovisual.
-¿Qué te dijo Julio Pirrera Quiroga cuando vio la película terminada?
Le gustó muchísimo. Fue un sueño que tardamos años en concretar. Vimos la película juntos en una privada en que estábamos haciendo las últimas pruebas de color y sonido. Fue un momento muy lindo.
-¿Cuál fue tu manera de darle una vuelta de tuerca original al género thriller político?
Me permití cierto riesgo a partir del cruce con otros géneros. Lo político aparece a partir de un crimen propio del policial y luego deriva en una película de gángsters y de espionaje, donde también hay pinceladas de humor negro.
-¿Cuál es tu relación con el thriller político? ¿Quiénes son tus referentes?
Soy espectador de todo tipo de cine, de autor y de género, independiente y mainstream. Mis referentes no son tanto de thriller político propiamente dicho. Cuando leí la novela me llamó la atención que lo político aparece dentro de un policial que bucea en lo más oscuro del poder y la impunidad. Los referentes los buscaría más por el lado del cine de suspenso, intriga, espionaje, con vueltas de tuerca y personajes memorables (Tarantino, Scorsese, Coppola, Hitchcock, Guy Ritchie y Fincher son los directores que me vienen rápido a la cabeza).
-¿Aceptás que la película tiene una mirada pesimista sobre la clase política? ¿O preferís decir que es simplemente una ficción?
La película describe un mundo ficticio donde la corrupción es un hecho sistémico y naturalizado. Creo que es una mirada cruda sobre lo que puede acontecer cuando sucede algo así. Los personajes de Luciano y Eugenia son diferentes en cuanto a sus valores y lo que persiguen. Pero el problema radica en qué sucede cuando se ingresa a un sistema corrupto. ¿Es posible enfrentarlo?
-¿A qué personaje le diste la impronta de algún político (o empresario, o funcionario) concreto?
Realmente no nos basamos en ningún político ni en ningún funcionario concreto. Comprendo que cada espectador lo va a encuadrar desde su propia óptica, pero ni desde el guion ni con los actores se trabajó sobre nadie en particular.
-¿Cuál fue el origen del proyecto? ¿Cómo llegaste al libro y cómo surgió la concreción de la película?
Surgió a través de mi amigo Enrique Liporace, quien me presentó al autor, me acercó el borrador de la novela y me sugirió que la lea. Apenas terminé el primer capítulo, tuve el deseo de convertirla en película. Luego comenzó el proceso de adaptación. Terminé una versión del guión con la que estaba conforme y que tuvo muy buenas devoluciones pero luego apareció otro proyecto (“La cola”, mi ópera prima) que hizo que se pospusiera su realización. Tras el estreno de dicha película, decidí que quería que “El jardín de la clase media” fuese mi nuevo proyecto cinematográfico y a partir de allí, comenzó el camino para lograrlo.
-¿Cómo fue el proceso de la reescritura? ¿A qué elementos de la novela necesitaste ponerle tu impronta?
La novela pivoteaba entre el pasado y el presente. Yo quería centrarme en el presente y que la trama avanzara con el impulso de las consecuencias del crimen. Eso implicó una reestructuración, que me llevó a buscar formas distintas de condensar tanto la historia como la presentación de los personajes. Mi impronta está fundamentalmente en el cambio de lenguaje (del literario al cinematográfico) que influyó en maneras diferentes de presentar la información, jugar dialécticamente con el montaje y trabajar las relaciones de los personajes (sobre todo las relaciones de poder), no solamente desde el diálogo sino también desde ciertas acciones concretas y locaciones específicas. También profundicé en el humor y en la ironía que ya despuntaba en la novela de Julio.
-La película se rodó hace dos años. ¿Qué te motivó a persistir en el proyecto hasta llegar al estreno?
Nunca estuvo en mi cabeza no terminarla. Siempre estuvimos trabajando para que eso suceda. Sabíamos que teníamos un muy buen material. Las demoras tuvieron que ver con las dificultades para lograr la financiación necesaria para la etapa de la posproducción.
-Con la película terminada, ¿entendiste algo más sobre la construcción de las relaciones de poder? ¿O de otras cuestiones relacionadas con la política?
En realidad, a cada paso que daba, entendía más a los personajes, sus objetivos y motivaciones. Lo que me divierte es narrar, jugar con el universo de la ficción. El antagonismo entre los personajes de Leonor Manso (Beatriz Santaclara) y Enrique Liporace (Antonio Gallaretto) es muy fuerte. Las estrategias que usan para ser más poderoso que el otro (dando u ocultando información, tergiversando, manipulando y cosas muchos peores) es muy atractivo y está maravillosamente actuado por ambos. Las relaciones que puede hacer el espectador con la realidad política vienen por añadidura y entroncará con la información que reciben a diario.
-¿Te ves mejor reflejado en cine o en teatro? Cuando te preguntan por tu profesión, ¿contestás que sos cineasta, productor o abogado?
Lo que más me gusta es contar historias, ser un narrador. Y también me gusta que me cuenten buenas historias. El cine y el teatro me permiten desarrollar esa vocación, me gustan los dos por igual, los disfruto muchísimo, tanto como guionista, dramaturgo, director y espectador. Me desempeño en todas las profesiones que señalas, pero si puedo elegir, prefiero responder por mi vocación, y en ese sentido creo que “narrador” sería una linda respuesta.
Norberto Chab