La vida desconocida del genio que renovó el tango
“Piazzolla, los años del tiburón”, el documental de Daniel Rosenfeld, echa luz sobre dos aspectos no conocidos del creador de “Adiós Nonino”: su infancia en Nueva York y la relación con su familia. Fotos, filmaciones caseras y una revelación ignorada por más de ocho décadas: un solo de bandoneón grabado en un estudio privado a los 11 años.
Por Norberto Chab*
¿De dónde viene la música?
Treinta años atrás, un adolescente se hacía esa pregunta mientras espiaba desde el hall de un teatro -la ñata contra el vidrio y sin poder entrar-, a un genio que enhebraba con su bandoneón obras destinadas a trascender la frontera del tango. Aquel frustrado contacto precoz (en la boletería recibió la noticia de que las localidades estaban agotadas) fortaleció su curiosidad.
Ese adolescente es hoy el cineasta Daniel Rosenfeld (45), quien a punto de estrenar “Piazzolla, los años del tiburón” –documental dedicado a aquel genio que nunca pudo volver a ver- procuró encontrar a través del cine respuestas al interrogante inicial.
¿De dónde viene la música, Rosenfeld?
Siempre me interesaron los procesos creativos de los compositores del siglo XX, por eso la pregunta fue el disparador de la película. En Astor no sé si hay una respuesta única, pero en su infancia encontré la suficiente fuerza como para entender la creatividad, la locura y el genio que desarrollaría en su carrera.
¿En qué momento decidió pasarlo del pentagrama a la pantalla?
El origen tiene que ver con un encuentro con Daniel Piazzolla, el hijo de Astor, cuando éste vivía. “Cómo nadie hizo una película con mi papá –me dijo aquella vez-, si su vida es como una película: se va unos meses a pescar tiburones, después se encierra otros meses a componer, después se va de gira”. Esa conversación me quedó dando vueltas.
Su cine tiene que ver con el documental y la música: su primera película fue “Dino Saluzzi, ensayo para bandoneón y tres hermanos”, y en 2015 produjo “La calle de los pianistas”.
Justamente, hace tres años empecé a pensar en “Piazzolla, los años del tiburón”. Está construida en base a conversaciones de Astor con su hija Diana (ya fallecida) grabadas en cinta abierta, grabaciones inéditas y filmaciones familiares en Super 8. Un tesoro desconocido que me permitió mostrar cómo las raíces familiares potenciaron su obra creativa.
En la película aparecen documentos e imágenes desconocidas: ¿cómo fue el proceso de búsqueda?
Encontré una gran cantidad de personas anónimas, guardianes de pequeños tesoros que preservaron las cosas de Astor. Como el admirador que conserva las tapas de revistas de toda la carrera de Astor. O el coleccionista de Rosario que conserva ese disco de metal.
Pasó de cineasta a investigador. ¿Qué descubrió?
Escucharlo hablar tan íntimamente con respecto a su infancia o su creatividad. La etapa de las películas familiares Super 8. Las grabaciones inéditas tocando el bandoneón, tan joven. Piazzolla no la tuvo fácil en ningún momento, y recién fue reconocido al final de su carrera. Otro elemento muy emotivo es su primera grabación, a los 11 años, realizada en forma privada en New York en un disco metálico.
EL MUNDO DE NONINO. Don Vicente, el papá de Astor, era un marplatense que viajó a hacer la América en esa ciudad soñada por los inmigrantes. Trabajó en una peluquería en cuya parte trasera funcionaba –clandestinamente- un local de apuestas. Por algunas amistades mafiosas recibió un tiro en el brazo. Para ganarse unos pesos extra, destiló whisky en una bañadera, que distribuía los fines de semana en una moto con un sidecar. En ese lugar de acompañante iba el niño Astor, tan niño que no despertaba sospechas en una policía entrenada para hacer cumplir la Ley Seca. Era una vida de película.
“Esa infancia, su vida en la calle, el problema grave que tuvo en un pie -por lo cual debió ser operado varias veces en Mar del Plata antes de cumplir un año, y que motivó la mudanza a New York-, lo hizo más fuerte. Astor tocaba con la rodilla levantada con el bandoneón encima, parado. Nadie lo hacía antes que él. Justamente era la pierna operada. Como diciendo que ante la adversidad redoblaba la apuesta. Pegar antes de que le peguen, como le decía el padre cuando le enseñaba a boxear”, reflexiona Rosenfeld.
Como los actores que no pueden desprenderse del personaje, ¿sigue involucrado con su película?
Sí. Empecé a tener una relación familiar con gente que no conocí. La veo a Diana, la hija de Astor, y quiero abrazarla. También me aparecen frases en sueños. Tal vez sea algo de la fuerza de Astor, de su pelea y su trabajo creativo que se ve en su obra y en su vida.
Es inevitable que aflore su conflicto familiar, con sus hijos.
El estaba muy cautivado por la música, como los grandes genios. Era un trabajador que se levantaba a primera hora y se quedaba hasta el final. Las rupturas familiares también son parte de la vida. El mismo lo dice: hay que tener más coraje para romper que para seguir.
¿Qué encontró en la película terminada que no había advertido?
Siempre relacioné la nostalgia del bandoneón con Buenos Aires. Y viendo la película parece que todo eso está en New York. De hecho, después de más de diez años viviendo allí, vuelve ya adolescente hablando mal el castellano. Esa nostalgia, esa melancolía, en el fondo era de New York.
¿Es la biografía definitiva de Piazzolla?
No. Es una película sobre la relación entre padres e hijos.
*: entrevista publicada en Revista Gente Nº 2771, del 28 de agosto de 2018
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