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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Shlomo Slutzky estrena «Perón y los judíos»: «Intento romper la dicotomía entre sensaciones y datos concretos»

Periodista e investigador, Shlomo Slutzky propone en su documental Perón y los judíos (que se estrena el jueves 24 en Cine.ar TV) aportar nuevas pistas sobre un tópico que genera controversias y rispideces desde hace más de seis décadas: el vínculo de Juan Perón con la colectividad judía.

En el documental subyace también una suerte de reivindicación de la memoria de su padre –fallecido en 1983-, quien fue acusado de “gorila”, término que en la jerga política remite al reaccionario y antipopular.

Slutzky entrevista a más de una docena de testigos de época de Argentina e Israel –todos ellos mayores de 70 años, excepto uno- y pone especial atención en la investigación de Raanan Rein –el menor de todos los protagonistas del documental, con 58 años-, quien demostró en cartas documentos que Perón y Evita hicieron grandes esfuerzos por acercarse a los judíos y a Israel, aunque estas pruebas hayan sido ocultadas con la caída y exilio de Perón en 1955. Aunque ni el peso de las pruebas consiga desviar el estereotipo del pronazismo y antisemitismo de Perón.

Residente en Israel desde mayo de 1976 (la fecha no es un detalle menor), Slutzky consigue un fresco destinado a convertirse en un documento necesario para los futuros historiadores.

La película pone el dedo en una llaga que nunca se cerró: el vínculo entre Perón y los judíos. El mito arraigado (que intentan desarticular autores como Raanan Rein) es que Perón, al proteger a los refugiados de guerra nazis, era antisemita. ¿De qué lado de la grieta estableciste las bases para hacer Perón y los judíos?

Como corresponsal de medios argentinos en Israel durante décadas, seguí de cerca los planteos de Raanan Rein y otros que salieron a combatir ciertos mitos establecidos acerca de la relación de Perón y los judíos, que era la historia que me había transmitido mi padre, Moris Slutzky, hasta su temprana muerte en 1983: Perón era un autoritario con tinte de dictador, que llegó al gobierno con el el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) en un golpe militar, permitió la entrada de nazis y dificultó la de judíos sobrevivientes del Holocausto. Volvió a imponer la educación religiosa católica obligatoria en las escuelas del Estado, y persiguió a estudiantes entrando con la policía a las universidades, algo sin antecedentes hasta ese momento.

Y frente a esto, Raanan Rein nos trae una batería de respuestas basadas en documentos de la época, que demostrarían que Perón no era antisemita, no era pronazi y por el contrario, hizo grandes esfuerzos por ganar la simpatía de los judíos argentinos y de la joven Israel, cuya independencia fuera lograda en 1948. Perón para Rein no es más que un político pragmático que busca lo mejor para su país.

Cuando mis amigos argentinos de la izquierda peronista acusan a la comunidad judía de “nuevamente ponerse del lado de los vendepatrias” y por carácter retrospectivo y transitivo proclaman “Gorila” a mi fallecido viejo que fue siempre un trabajador, a favor de los derechos sociales y ciudadanos, me digo “¡Basta!”. 

Y es ahí es donde salgo a una investigación en la que intento romper esta dicotomía entre sensaciones y datos concretos. Es obligatorio basar acusaciones por antisemitismo en hechos y datos comparativos, pero a la vez es obligatorio entender los contextos, como el de una comunidad que teme que en el refugio que encontrara en el mundo surge un continuador local de quienes asesinaran a seis millones de sus hermanos en Europa.

Perón no era ni Hitler ni Mussolini. Pero algunos de sus primeros pasos hacia el poder y en sus comienzos ya como Presidente enviaron a la gran mayoría de los judíos a la Unión Democrática; la mayoría no como patrones explotadores, sino como radicales progresistas, socialistas y comunistas. El virtual cierre de las fronteras a la inmigración judía de Europa por parte de Peralta (un racista antisemita a cargo de la cartera), la abstención en la votación en las Naciones Unidas en favor de la creación del Estado de Israel junto a un Estado Palestino y otros errores quedaron marcados en la memoria común de los judíos argentinos, a pesar de los enormes esfuerzos que hiciera Perón y su esposa Evita para ganar la simpatía de los judíos.

-En este juego de acusaciones cruzadas, de ocultamientos y de verdades no reveladas, subyace la historia de la acusación de “gorila” a tu papá. ¿Cambió tu percepción sobre él, antes y después de hacer la película?

Mi padre me ponía el acento en su relato en la persecución a los estudiantes. Pero solo después de comenzar a hacer la película descubrí que estuvo 3-4 días escondiéndose en la facultad de Ingeniería, dado que la policía había sitiado el lugar a la espera de detener por la fuerza a los estudiantes que salieran rendidos del edificio.

Encontrame con un adalid de la Cultura y los Derechos Humanos como lo es Gerrado Mazur y escuchar de él sobre los ideales humanistas y libertarios que compartía con mi viejo, me hace comprender mejor la compleja sensación de mi padre respecto de Perón y el peronismo. Aunque los hechos –y Raanan Rein- demuestren que Perón, efectivamente, no tuvo una política antisemita ni antiisraelí.

Perón y los judíos es un viaje: mayoritariamente aparecen aquellos judíos que podían ser considerados “progresistas” algunas décadas atrás (Cacho Lotersztain, Abrasha Rottemberg, John Manguel). ¿Dónde creés que está parada ahora la relación entre esa ala más abierta y perceptiva y el recuerdo mítico de Perón?

Cacho Lotersztain está orgulloso de tener y renovar año a año el carnet del Partido Justicialista desde 1972. Pero hoy Cacho no está solo. Gran parte de los judíos en la Argentina rompieron con el tradicional antiperonismo y decidieron –desde su punto de vista- sumarse al movimiento popular, sin necesariamente dar cuenta de los hechos del pasado. Pero aún hoy los judíos y la comunidad judía son utilizados como un elemento de juego en la política argentina y intereses políticos son los que intentan una y otra vez empujar a los judíos a un lado de la grieta, ofreciendo protagonismo a dirigentes a costa de las necesidades y los deseos de los judíos en Argentina.

-El intelectual judío está simbólicamente representado como alguien abierto al debate, discutidor, de principios arraigados, cuestionador del orden establecido. ¿Qué debate propone Perón y los judíos?

Los judíos son y tienen un poco de todo. Actualmente podés encontrar reconocidos intelectuales y políticos judíos dentro y fuera de la línea oficialista. Lo que importa es la disposición a dialogar, a aceptar al otro como legítimo, a no apurarse a acusar al otro solo por pensar en algunos temas diferente, sin buscar lo que hay en común y debe ser aprovechado.

-¿En qué medida Perón y los judíos traza una continuidad con la coyuntura política?

La Argentina tiene la suerte de tener hoy a Alberto Fernández, aunque Fernandez no tenga la suerte de haber llegado al gobierno en este año de pandemia. Creo que su carácter dialoguista y su disposición a escuchar respetuosamente al otro no solo puede contruir alianzas y facilitar implementación de decisiones a nivel político, sino que tiene un mensaje educativo, tranquilizador, tan necesario en estos días de pandemia y en los difíciles que deberá la Argentina enfrentar cuando logre zafar.

Esto no lo digo solo como un observador a la distancia, sino como quien sigue de cerca el acontecer en mi Argentina natal y como quien tuvo la oportunidad de encontrame con Alberto Fernández –junto con un grupo de familiares de desaparecidos en Argentina que vivimos en Israel- en su visita a Jerusalén y el Museo del Holocausto, a solo un mes de haber asumido la Presidencia.

Nuestro encuentro tuvo que ver con temas de Derechos Humanos y la continuación de los juicios de crímenes de lesa humanidad, incluyendo el pedido de extradición de un sospechoso prófugo refugiado en Israel, Aníbal Teodoro Gauto. 

Pero la conversación de una hora y media se extendió al tema de los resabios del pasado lejano y más cercano que empujan a parte de los judíos argentinos a oponerse al gobierno. Creo que el tono que utilizó Fernandez y su capacidad para realizar cierta autocrítica necesaria, son el tono y la capacidad necesarios en estos días para poder dialogar.

-¿Te preguntaste por qué Perón y los judíos y no Los judíos y Perón? ¿Te lo preguntaron los entrevistados?

Nadie me lo preguntó, pero es una pregunta a pensar. Creo que –históricamente- primero fue la relación de los judíos hacia Perón (desconcierto, temor, sospecha, etc.) y luego, la política de Perón hacia los judíos (intento de acercamiento y enrolamiento, protección, etc.). Una pregnta nada técnica que requiere reflexión antes de responder.

Norberto Chab

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