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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Miguel Kohan dirige «El despenador», que se estrena el jueves 11: «Me capturan las historias que me hacen reflexionar»

Miguel Kohan estrena el jueves 11 en salas El despenador, la primera película de ficción de su filmografía, una producción de la Compañia Productora Vertiente Cine y Dida Films, con el apoyo de la Film Comission de Jujuy, protagonizada por Rubén Fleita, Wara Calpanchay, Eduarda Cruz, Rogelio Quispe y Delia Soriano.

Filmada en la provincia de Jujuy, el realizador utiliza las herramientas de la ficción y del documental para emprender el viaje que le interesa: el de sumergirse en una tradición andina y un personaje mítico que es excusa para hablar de un tema universal, como es la muerte. En su viaje el antropólogo Raymundo, interpretado por el actor jujeño Rubén Fleita, descubre un mundo rico y misterioso en su vagar por tierras áridas, y hasta se queda varado en plenas salinas con su auto. El despenador no ofrece respuestas, sino preguntas. 

La obra de Miguel Kohan comprende Rivera 2100, entre el ser y la nada (2020); La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Amsterdam (2019); El francesito. Un documental (im)posible sobre Enrique Pichon-Riviére (2016); Lluvia cósmica (2015); Café de los Maestros (2008) y Salinas Grandes (2004).

-¿Qué es El despenador? ¿Qué viste en este personaje para darle un tratamiento de ficción, aunque la película tenga referencias claras del cine documental?

Es una figura que habitó la zona andina hace muchísimos años. La conocí (debo decir por casualidad entre comillas) durante el rodaje de Salinas Grandes, justamente mi primer documental. Allí me encontré con su historia por boca de gente del lugar, en particular de una persona que alimentó mi curiosidad.

-¿Qué encontraste en el personaje para darle protagonismo en una historia de ficción?

Al principio no vi lo tanto en función del personaje, sino que me impactó visceralmente la historia. Después me empecé a preguntar cómo haría para para verlo, para representarlo. ¿Qué investidura le daría? En el medio, me llevó muchos años el proyecto, no solo por cuestiones estructurales de producción, sino también para ir sedimentando al personaje dentro mío. Buscaba saber qué quería contar este personaje, que me había impactado tanto sin saber bien por qué. Poco a poco fui descubriendo la motivación.

-La observación de los personajes es un rasgo que aflora en la película y que tiene que ver con tu estada anterior en Jujuy. Como si la locación fuese un elemento decisivo en la historia.

Jujuy es un lugar que cautiva muy especialmente. Siento que tiene una magia, una atmósfera distinta a otros lugares, que pueden tener tanta o más belleza. Yo soy un observador. Desde siempre. Por eso me involucré de muy adolescente en la fotografía. Y la Puna y el resto de las zonas de Jujuy son lugares que me despiertan cosas interesantes, contemplativas, de mucha conexión. Siempre hablan de la soledad de los puneños y no es tan así. Más que gente sola, hay poca cantidad de población. Y eso genera unas relaciones muy particulares también. Con el tiempo me cuenta de que el despenador era muy orgánico al lugar y ahí había una historia para contar.

-¿Cómo decidiste que tenía que ser ficción?

Es una historia ficcionada que tiene anclajes con el cine documental. Hay una interesante observación de celebraciones -no ficcionadas sino reales-, en donde se mezcla por momentos el actor y las circunstancias con lo cual tiene que interactuar u observar también, porque el protagonista es un antropólogo.

-Esa es otra particularidad de la película. ¿Cómo fue incorporar a un antropólogo para el personaje protagónico?

Me parecía que la mirada antropológica me iba a permitir tener una distancia frente a aquello que se iba a observar. Y en esa distancia, en esa brecha que iba a acontecer entre el protagonista y el entorno, iban a caer los significados de la película. Se iba a hacer un mix entre la ficción y el documental. Esa distancia que pone el antropólogo ocurre porque tiene que ser muy observador y mantenerse al margen de sus entrevistados para su investigación. Pero como es una ficción, al antropólogo también le pasan cosas. Entonces por momentos esa distancia se rompe.

-¿Cómo supiste que Rubén Fleita sería el protagonista y cómo aceptó?

Era la persona idónea para hacer esta tarea. Si bien originalmente es del Chaco, vive hace muchísimos años en Jujuy y pertenece a la escena teatral jujeña. Aunque es alguien más urbano, no es ajeno al lugar: conoce la Puna. La característica que yo buscaba era alguien que se definía como del lugar pero al mismo tiempo era un extranjero.

Y cuando empezamos a trabajar el personaje, cuando leyó el guion y lo empezamos a metabolizar juntos, me di cuenta de que había que hacer un recorrido con él. Ir a algunas ceremonias, ver qué nos pasaba. Estuvimos en rituales en los que tuvimos que acceder por un permiso previo. Fuimos a pueblos muy pequeños, grupos de casas donde transcurren estas ceremonias, en los que fue muy gratificante que nos hayan aceptado. Pude ingresar con una cámara y hacer el trabajo de campo, en tanto Rubén fue encontrando el tono y la voz del personaje. Ese trabajo de distancias, de espacio, de conexión de él con los personajes, sus diálogos y el entorno mismo se incorporaron a la narración de la película.

-Tu obra anterior tiene líneas temáticas muy definidas y muy variadas al mismo tiempo, desde el tango hasta la astrología o tu origen judío. ¿Te ponés a pensar que elementos en común hay en tu filmografía?

En algunas hay más que en otras. Por ejemplo, entre La experiencia judía y El francesito -sobre Pichon Rivière- hay un trabajo con el contexto, con el entorno inhóspito y remoto, en un encuentro con pueblos originarios. En uno surge la convivencia de los sefaradíes que huyeron de la Inquisición con los pueblos indígenas de Surinam; en el caso de El francesito, quedó expuesto el pasado guaraní de Pichon-Rivière, que era su segundo lenguaje. De El despenador ni hablar…

-¿La incorporás como una continuidad de tu obra anterior?

De alguna manera. Y además diría que por el tiempo que tiene en mí, tiene vasos comunicantes con el resto de las películas. Quizás la más ‘extranjera’ de todas es Lluvia cósmica. Es una mirada al Universo, la investigación de las partículas subatómicas. Podría decirse que está en las antípodas de las demás. Pero aún así, hay personajes gauchescos. Que dan su mirada del Universo también, en contrapartida a la de los astrofísicos (Risas).

¿Qué debe tener un tema para que te atraiga y lo pienses como una película?

En general, los temas me capturan de manera visceral. A veces no sé muy bien por qué y lo descubro con el tiempo. En el caso de Pichon-Rivière, gracias a ese guion que escribí me pude dedicar al cine, porque me aceptaron para hacer un máster. En general me capturan historias que siento que podemos contemplar, observar y apropiarnos. Y que nos pueden hacer pensar y reflexionar sobre uno mismo también.

Julia Montesoro

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