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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Presentación de «Rojo» en San Sebastián: «Es un relato sobre la complicidad civil antes de la dictadura»

El cine argentino se volvió a mostrar el domingo 23 en la Sección Oficial del 66 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde sobrevoló la tensión de Rojo”, la película de Benjamín Naishtat que retrata la violencia cotidiana en una ciudad del interior en los años 70. El director cordobés y sus actores, Andrea Frigerio, Darío Grandinetti y Alfredo Castro Gómez, cumplieron con el ritual de la alfombra roja, las sesiones fotográficas y la rueda de prensa posterior a la proyección de la película en la gigantesca sala del Kursaal, donde fue calurosamente recibida por el público.

Naishtat había visitado el Zinemaldia en 2014, con “Historia del miedo”, que participó en Horizontes Latinos. Ya estaba presente la crisis económica argentina; en ese caso, centrándose en la explotación que hacen los políticos de los temores de la gente, con el propósito de fomentar un sentimiento general de inseguridad.

Fue una jornada casi maratónica para el equipo, que apenas veinticuatro horas antes había llegado a Donostia, para acompañar el lanzamiento europeo del largometraje, que será estrenado en Argentina el 25 de octubre, luego de su paso por Toronto y San Sebastián. La experiencia transitada en festivales resultó muy enriquecedora. GPS audiovisual dialogó con los protagonistas.

“Hay elementos de la dramaturgia y del diseño de la película, y también cierto coqueteo con el género, como para que la gente pueda engancharse, aunque no sea argentina o no conozca la época. Y en estas proyecciones de los festivales, por suerte comprobé que la película puede resonar más allá de que transcurra en un momento determinado de la Argentina”, detalló Naishtat.

El cine argentino -apuntó el realizador de 32 años-, frecuentó poco el período inmediatamente anterior al Golpe de Estado del 76: “Me pareció interesante ocuparse de esa época, los años 74/75, donde ya estaban en marcha esos mecanismos de funcionamiento del aparato represor, y germinaron las condiciones para que luego viniera el genocidio de la dictadura. El argumento es indisociable de la época. No podría trascurrir en otro momento. Intenta ser una película sobre la complicidad civil en esa época”.

Darío Grandinetti presente en la charla, agregó: “Cuando leí el guión, y vi el personaje, por supuesto que quería hablar de todo eso y me recordaba muchas cosas que había vivido. Pero viendo la película, viví el clima de esa época. Y es curioso porque Benjamín no la vivió, es muy joven. Valoro mucho la mirada que tiene y de qué modo elige hablar de ese momento tan oscuro. El cine argentino nunca había puesto el acento en la complicidad civil, en ese caldo de cultivo de lo que sobrevendría. Y el gran logro de Benjamín es que la película puede hablar de todo eso, pero sin bajar línea y con mucha precisión”.

Naishtat, aun sin ser testigo directo, tuvo pistas claras que lo condujeron al hilo del relato: su propia historia familiar. “Mi familia se tuvo que exiliar. Su casa fue quemada en la provincia de Córdoba por un comando paramilitar, por apoyar al sindicalismo clasista. No necesariamente hay que haberlo vivido. Pero también porque me resonaba esa historia familiar, tenía ganas de hacer una película en torno de esa época. La relevancia de la pertinencia de hacer una película como ésta tiene que ver con hablar de los peligros que transitan ciertos lugares de América Latina en general y de Argentina en particular”, definió.

Andrea Frigerio, que permanece por tres días en San Sebastián –regresa a Buenos Aires debido al inminente debut porteño en la pieza teatral “Cuerpos perfectos”, se definió como “feliz” por acompañar la película, pese a la fugacidad de su estadía en el festival: “Siempre que puedo, me encanta acompañar las películas. Me parece que le da más visibilidad, para tratar de que el público no sólo en nuestro país sino en el mundo, ponga el ojo en una película argentina. Siempre pienso que es una industria que hay que apoyar, y ponerle el cuerpo”.

En este caso, le toca componer a Susana, la esposa del abogado personificado por Grandinetti en esta historia teñida de secretos y complicidades. “En el 75 yo tenía catorce años, y recuerdo perfectamente todo el clima que se vivía por entonces, que había cierta violencia pero velada, toda esa cosa sotto voce. Vivíamos una sensación de doble moral, de no preguntar o no querer saber porque podía ser peligroso. Y lo interesante de esta película es que la mirada está puesta en lo social y en cómo la sociedad y la familia, toman una posición de no saber, sabiendo”.

Para Grandinetti, “Rojo” significa una toma de posición y un alerta: “Aspiro a que esta película nos haga reflexionar sobre la necesidad de estar alertas. Porque ellos no se van nunca, están siempre ahí y debemos estar atentos para verlos venir. Para que no nos sorprendan más. Porque siguen trabajando con el mismo objetivo, quedarse con todo”.

Julia Montesoro, desde San Sebastián

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